
La actriz mexicana ha generado debate al ofrecer videos personalizados a sus seguidores, una práctica cada vez más común entre celebridades.
Violeta Isfel, reconocida por su participación en telenovelas juveniles, ha estado en el centro de la atención mediática tras revelarse que ofrece saludos personalizados en video por un costo de 300 pesos mexicanos. Esta información surgió luego de que el periodista Gustavo Adolfo Infante comentara en su programa “De Primera Mano” que la actriz supuestamente se negó a tomarse fotos con maquillistas durante una grabación, argumentando que cobra por ese tipo de contenido.
A través de su cuenta oficial de Instagram, Isfel proporciona un enlace directo a un chat de WhatsApp destinado exclusivamente a gestionar solicitudes de saludos y la compra de productos promocionales, como plumas inspiradas en la telenovela “Atrévete a soñar”. Los videos tienen una duración aproximada de un minuto, están dirigidos a una sola persona y no incluyen menciones para marcas o fines comerciales. El plazo de entrega estimado es de 3 a 5 días hábiles.
La práctica de ofrecer contenido personalizado a cambio de una tarifa no es exclusiva de Isfel. Celebridades de diversas áreas, como actores de doblaje y cantantes, han adoptado este modelo para interactuar directamente con sus seguidores y generar ingresos adicionales. Por ejemplo, Mario Castañeda, conocido por dar voz a Gokú en “Dragon Ball Z”, ofrece videos y fotos autografiadas a fanáticos en convenciones, defendiendo esta modalidad como una extensión legítima de su trabajo.
Aunque algunos usuarios en redes sociales han cuestionado esta práctica, no hay evidencia de que Isfel cobre por tomarse fotografías con fanáticos en eventos públicos o encuentros espontáneos. La controversia parece centrarse en la monetización de interacciones más personalizadas y exclusivas.
Este fenómeno refleja una tendencia creciente en el entretenimiento digital, donde las celebridades buscan nuevas formas de conectar con su audiencia y diversificar sus fuentes de ingreso. La discusión en torno a estas prácticas continúa, planteando preguntas sobre los límites éticos y la autenticidad en las relaciones entre figuras públicas y sus seguidores.