Al menos 56 personas han muerto en Nigeria desde que comenzaron las manifestaciones, por la fuerza excesiva para tratar de parar los disturbios
Durante dos semanas, Nigeria ha sido escenario de violentas protestas contra la brutalidad policial y que exigen al gobierno el cierre una unidad policial conocida como la Brigada Especial Antirrobo (SARS).
Entre acusaciones mutuas de generar violencia entre manifestantes y militares en la ciudad de Lekki, estado de Lagos, las calles han sido escenario de violentas escenas, como la que cobró la vida de al menos 10 manifestantes el pasado 20 de octubre, denominada como la masacre del peaje de Lekki, en Lagos, corazón económico de la nación africana.
Las revueltas comenzaron el 3 de octubre cuando se dio a conocer un video en el que se aseguraba que un oficial del SARS había disparado contra un joven y se había dado a la fuga con su Lexus SUV.
En cuestión de horas, la grabación se hizo viral y generó una protesta pública a través de las redes sociales, para en los días siguientes, sumarse más nigerianos compartiendo a través del hashtag #endSARS sus propias experiencias de brutalidad, pasando de lo digital a las calles.
El 8 de octubre, los manifestantes de varios estados del país comenzaron a organizar diariamente manifestaciones masivas, acusando a la unidad policial formada en 1992 para ocuparse de los casos de robo a mano armada y otras actividades delictivas, de delitos que incluyen tortura, extorsión, arrestos ilegales y ejecuciones extrajudiciales.
No obstante, los manifestantes, en su mayoría jóvenes, ampliaron sus demandas a poner fin a la corrupción y mejorar la gobernanza, en un país en el que la desigualdad económica marca fuertes contrastes entre ricos y pobres, por lo que la falta de comida ha sido otro de los factores generadores de los disturbios.
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Multitudes han invadido y saqueado varios almacenes propiedad del gobierno de Nigeria, que supuestamente contenían alimentos que serían distribuidos a principios de este año.
Al respecto, Amnistía Internacional (AI) se ha manifestado en sentido de que “las autoridades nigerianas deben poner fin a sus intentos de encubrir la masacre del peaje de Lekki, en Lagos”, al hacer pública una línea de tiempo en una investigación sobre esta atrocidad.
AI denuncia que “lo que pasó en el peaje de Lekki tiene todas las características de la constante de encubrimiento de las autoridades nigerianas cada vez que sus fuerzas de defensa y seguridad cometen homicidios ilegítimos”.
Después de eso, siguieron una serie de desmentidos sobre la participación de los fuerzas castrenses en el tiroteo, asegurando que las informaciones que denuncian la represión de soldados son “noticias falsas”, contrastando con lo que AI asegura sobre la existencia de pruebas que demuestran que además, los militares impidieron que las ambulancias llegaran hasta las personas heridas después del suceso.
Finalmente, el Ejército admitió su presencia en el lugar después de que Babajide Sanwo-Olu, gobernador de Lagos, dijera que grabaciones de las cámaras de seguridad mostraban a soldados disparando a los manifestantes pacíficos.
Al menos 56 personas han muerto en Nigeria desde que comenzaron las protestas y hay un gran número de desaparecidos por la fuerza excesiva para tratar de controlar o detener las protestas o detenerlas.
IPR
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