Soldados y policías irrumpieron en su vivienda y preguntaron si había alguien más en la casa, tras ordenar a todos que se sentaran
Una niña de 7 años se ha convertido en la víctima más joven de la violencia militar en Birmania, que ha causado al menos 275 muertos, incluidos una veintena de menores, desde el golpe de Estado del pasado 1 de febrero.
La pequeña, identificada como Khin Myo Chit, falleció el martes en una localidad del estado de Mandalay tras recibir un tiro en el abdomen disparado por un militar mientras se encontraba sentada en el regazo de su padre dentro de su casa.
De acuerdo con el medio Myanmar Now este miércoles, la hermana mayor de la víctima, Aye Chan San, soldados y policías irrumpieron en su vivienda en Aung Pin Le, en la ciudad de Chanmyathazi, y preguntaron si había alguien más en la casa, tras ordenar a todos que se sentaran.
El padre repitió que solo eran seis personas y que estaban todos en la habitación, a lo que un soldado reaccionó acusándolo de mentir y disparándole, pero la bala impactó en la hija, según el testimonio de la hermana.
Los soldados entonces golpearon con la culata de sus fusiles a uno de los hermanos, de 19 años, y se lo llevaron.
También quisieron llevarse a la niña herida, pero se lo impidieron sus familiares.
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“Mi padre no sabía qué hacer porque tenía a la niña en sus brazos… Le dijeron que les diera a la niña”, relató Aye Chan San, pero él se negó.
La niña fue llevada de urgencia al hospital, pero los médicos no pudieron salvar su vida.
Los vecinos afirmaron que no sabían por qué habían entrado los soldados en su distrito porque allí no se habían producido protestas contra el régimen ese día.
La muerte de la niña ha provocado una oleada de indignación y denuncias, incluidas las de la ONG Save the Children y Yanghee Lee, la antigua relatora de la ONU para Birmania.
En un comunicado, Save the Children afirmó que el número de menores muertos asciende a una veintena, incluido un niño de 14 años fallecido el lunes, y expresó su preocupación por los al menos 17 menores que se encuentran detenidos y no están recibiendo la atención adecuada, incluido el acceso a alimentos.
“Nos horroriza que los niños continúen siendo el objetivo de ataques contra manifestantes pacíficos. La muerte de estos niños es especialmente preocupante porque ocurrieron estando en casa, donde deberían estar a salvo”, destacó la ONG
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CAB