En Suiza desde el kinder, los alumnos llegan al colegio solos para que aprendan orientación, localización de lugares y cómo resolver problemas
Vaya semana la que tuvimos en materia informativa. Violencia, problemas con medicamentos y el regreso a clases. Actividades que directa o indirectamente están relacionadas en más de un aspecto. De hecho, ¿qué podríamos aprender de todo esto?
Pero antes, qué les parece si damos una vuelta al mundo en materia educativa.
Y es que quiero contarles que en Japón, los alumnos siempre se ponen de pie y hacen una reverencia al maestro cada vez que este inicia y termina la clase. Si falta, no pasa nada, los alumnos siguen con sus deberes en sus pupitres con toda tranquilidad.
Fuera de los salones, al menos un día a la semana se encargan de la limpieza de aulas, patios y baños, así como prestar servicio en la cocina o sirviendo en los comedores. Esto con el objetivo de crear conciencia en cada estudiante sobre la importancia y respeto del lugar de estudio, el valor de la disciplina y el trabajo en equipo.
En Australia, hay escuelas que imparten algunas de sus clases por radio, con el objetivo de que la educación llegue a zonas remotas y las personas que no pueden acceder a un colegio por la distancia, no se queden sin conocimientos.
En Suiza desde el kinder, los alumnos llegan al colegio solos. Con el objetivo de aprender orientación, localización de lugares y cómo resolver problemas o incógnitas viales y de transporte. Además, es común que sus clases también sean en el bosque, donde aprenden cómo sobrevivir en espacios sin tecnología o urbanización.
En Bangladesh, las lluvias e inundaciones han obligado a los gobiernos a tener un centenar de escuelas flotantes, donde cuentan con bibliotecas, internet y energía solar.
Mientras que en Finlandia, prácticamente se han olvidado de los exámenes y las tareas, aunque los alumnos tienen la obligación de pasar todos los días al menos un par de horas haciendo actividades deportivas, culturales e incluso de socialización.
¿Qué tal? Es más, a cuántos de nosotros nos gustaría una educación así. Pero no por trabajar menos, ni por el poco esfuerzo que parece que esto requiere. Sino por una educación en la que aprendamos a ser responsables. A saber que las cosas se hacen bien y completas, o a que mis acciones o la falta de ellas pueden generar graves problemas en los demás.
Ojalá un día estemos a la altura. Para que a nuestros niños no les falten medicinas porque se nos olvidó un papeleo, que nuestras calles sean seguras porque así debería ser. Y porque convirtamos nuestros errores en lecciones y aprendamos a aceptar sin miedo cuando nos equivocamos, pues bien dice la máxima, que el que corrige, nunca se equivoca.
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