Aunque sólo se trata de recomendaciones, éstas se aplican realmente en varios lugares.
La DGE concede certificados a los comedores que prestan atención a una alimentación sana en sus platos. Por tanto, la divulgación debe ser más estricta. Eckhard Heuser, director general de la Asociación de la Industria Lechera, comenta al “Bild” los planes: “Es una locura y no es factible. Quien ya no puede tomar su currywurst en la cantina, se va a la tienda de patatas fritas de enfrente”.
La anterior recomendación de la DGE de 600 gramos de carne a la semana era mucho más generosa. También se correspondía aproximadamente con el consumo real de los alemanes, que es de 109 gramos al día y 763 gramos a la semana. Como confirmó el DGE del “Bild”, en el futuro también habrá que tener en cuenta el balance de C02 de los alimentos. “Nadie quiere prohibir a la gente su currywurst ocasional. Pero el consumo general de carne en la población es demasiado alto por razones de salud y sostenibilidad, eso es un hecho científico.”
Las exigencias de la DGE también se aplicarán en la nueva estrategia de nutrición del ministro de Agricultura, Cem Özdemir. El documento de cuestiones clave “El camino hacia la estrategia de nutrición del gobierno federal” fue aprobado por el gabinete en diciembre de 2022. La estrategia se adoptará a finales de año.
Las críticas provienen de la asociación cárnica, que ve un creciente desabastecimiento de ciertos nutrientes como el hierro o la vitamina B12. Una reducción de los alimentos de origen animal reforzaría esta tendencia. Según Albert Stegmann, de la CDU, la DGE está “encauzada hacia una política alimentaria paternalista”. No hay que poner en la picota innecesariamente alimentos valiosos de origen animal, como las aves de corral o la leche. Necesitamos educación nutricional y ofertas de ejercicio, sobre todo para los jóvenes”.