El turismo se ha convertido para México en una actividad estratégica, que detona no solo crecimiento económico sino una compleja red de implicaciones sociales. A lo largo de la historia ha evolucionado, y su éxito permite posicionarnos como una de las naciones más poderosas en el mundo; sin embargo, es necesario reflexionar sobre cual es el siguiente paso en el marco del siglo XXI.
Aquí unas incautas reflexiones estimado lector.
Nace el turismo en México.
A partir de los años 30’s con el término de los movimientos armados y la transición industrial, la creciente clase media se movilizó para hacer turismo en las zonas cercanas a las crecientes ciudades como la Ciudad de México, Guadalajara o Puebla. Surgieron así las vocaciones turísticas de localidades rurales cuyo atractivo permitió posicionarse en la preferencia de los citadinos como Xochimilco, Valle de Bravo, Teotihuacán, Cholula, Coyoacán, por mencionar algunas. Un ánimo alentado por el cine mexicano que reflejaba pintorescos paisajes campiranos de una efervescente identidad nacional.
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Durante la Segunda Guerra Mundial el turismo sufrió las consecuencias; sin embargo, el fortalecimiento de la economía y el paulatino crecimiento de la infraestructura nacional, contribuyeron a atender una demanda masiva de playas mexicanas. Nacen así los destinos que acostumbro a llamarles “espontáneos” como lo fueron Mazatlán, Veracruz, La Paz y Acapulco; siendo esté último el que posicionó a México en el escenario turístico del mundo.
“Acuérdate de Acapulco, María bonita, María del alma” le rezó Lara, allá por la década de los 40’s pero también pululan anécdotas de las lunas de miel de los Kennedy, de Kissinger; de las innumerables visitas de John Wayne, Elizabeth Taylor, Elvis Presley, Sinatra y muchos más.
Etapa institucional.
Considero esta etapa como la consolidación institucional del turismo en México, con la creación del Fondo Nacional de Turismo (FONATUR) y de la Secretaría de Turismo (SECTUR) en los años 70’s.
Gracias a una política de estado, se concibieron los tres primeros Centros Turísticos Integralmente Planeados (CIP’s) de Cancún (1970), Ixtapa – Zihuatanejo (1974) y Los Cabos (1976). Conscientes del impacto que estos grandes complejos conllevaron a las localidades y al ambiente, se hicieron planes para mitigar los impactos del vertiginoso desarrollo, ámbitos que no fueron eficaces y que hoy tienen sumidos a dichos destinos en complejidades que demeritan su potencial y competitividad.
Los CIP’s posicionaron a México como uno de los países más visitados del mundo, sin perder de vista que actualmente aún existe una gran concentración del turismo internacional en estos destinos.
Diversificación del turismo.
A inicios de la década de los 80’s, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), inició el otorgamiento de títulos como Patrimonio Mundial de la Humanidad, donde México se sitúa en el séptimo lugar mundial con más sitios reconocidos. Esta iniciativa fomentó el turismo orientado a ciudades distinguidas, zonas arqueológicas y sitios naturales excepcionales.
Con ello, se fortaleció el turismo nacional e internacional en ciudades Patrimonio Mundial como Xochimilco, Teotihuacán, Oaxaca, Puebla, Guanajuato, Morelia, Zacatecas, Querétaro, entre otras.
A partir del año 2001, inició en México el desarrollo tropicalizado de una iniciativa francesa detonada pocos años antes denominada “Les plus beaux villages de France”, que da como resultado el programa “Pueblos Mágicos”; cuya concepción inicial constaba en reconocer la identidad de localidades rurales con un patrimonio cultural y natural singular y único.
Esta acción fortaleció significativamente el turismo hacia las localidades con el distintivo, mejorando en la mayoría de los casos el tejido económico; sin embargo, la falta de regulación propició el desarrollo urbano desmedido, la afectación al patrimonio que los justifica, la gentrificación, entre otros factores.
Actualmente, existen 177 Pueblos Mágicos, cuyo potencial se ha visto mermado y salvo en aproximadamente un tercio de éstos, podría considerarse como una actividad turística sostenible localmente.
A partir de 2019, se iniciaron cambios estructurales en la forma de ver el desarrollo del turismo nacional. Se extinguió el Consejo de Promoción Turística de México (CPTM), y gran parte de los recursos se orientaron a consolidar los proyectos prioritarios de la administración federal. Se logró con ello la construcción del Tren Maya y el Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” en la Ciudad de México.
Con el Tren Maya, se espera la integración económica y turística de la península de Yucatán, al aprovechar el potencial de la Riviera Maya y orientarlo hacia al interior del país.
¿Qué viene para el turismo?
En el marco del inicio de la próxima administración federal que encabezará la Dra. Claudia Sheinbaum; más que un sermón, reflexiono sobre las determinantes que pueden considerarse para marcar un parteaguas del desarrollo turístico de México, apuntando al avance del siglo XXI y así, no perder escalones de competitividad en el concierto de las naciones, cuya lucha por el turismo es voraz. Las inversiones que realizan los países árabes, Estados Unidos, Asia y algunos países del Caribe, presuponen que algo debemos hacer nosotros también.
La reflexión me lleva a cuestionarnos: ¿Qué debemos hacer con los destinos “espontáneos”? ¿Podemos reconstruir desde las cenizas a Acapulco? ¿Podemos hacer de Veracruz la nueva joya del Golfo? La otra es dejarlos a su suerte.
¿Queremos más CIP’s en México? ¿Dónde y cuantos más? ¿Qué hay de cierto que Cancún va que vuela para ser un Acapulco #2? ¿Cuántos más hoteles y cuartos queremos en la Riviera? ¿Nuestra joya de la corona está recibiendo el tipo de turismo que queremos, o cada vez abaratamos nuestro patrimonio? ¿Las ganancias del turismo en la Riviera se quedan en México o van a Londres, Nueva York o Madrid?
¿Cuántos Patrimonios Mundiales de la Humanidad más se nos ocurren? ¿Qué hacemos con los que ya tenemos? ¿Los estamos aprovechando bien? Sé que hay algunos en riesgo.
¿Y si nombramos a todo México mágico? Total, ya son un titipuchal de Pueblos Mágicos. ¿Estamos cuidando su desarrollo incipiente o solo responden libremente a un turismo cada vez más masivo? ¿Los Pueblos Mágicos aún son mágicos, o ya no tanto?
¿El Tren Maya será la solución para internar al turismo? ¿Podremos luchar contra el all inclusive? ¿Incrementaremos la derrama y divisas con el funcionamiento del Tren?
¿Qué sigue para el turismo de México para este siglo XXI?
Menciono únicamente tres palabras clave en todas estas interrogantes, porque, además ya me extendí:
Sostenibilidad.
Integración.
Tecnologías.
Reflexionemos sobre otras cuantas.
Nos leemos a la próxima.
Por: Mario Alberto González S.
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