México necesita un líder para el 2018, que tenga claro que hacer con el poder
El poder es algo serio. No es solo una aspiración o un deseo largamente acariciado, el poder es la herramienta más importante para mejorar la vida de la gente pero al mismo tiempo el arma más peligrosa en manos de un idiota, de un corrupto o de un incapaz.
El poder no puede ser una aspiración vana, debe de ser un compromiso por utilizarlo y ejercerlo bien y en favor de los gobernados. Para obtener el poder debe de existir un compromiso real de servicio al país. Una de las grandes tragedias nacionales es sin duda la gran cantidad de políticos, de muchachitos imberbes y soberbios que juegan a ser poderosos por comprarse relojes y andar en el mitote, de la política, las fiestas y el alcohol, amén de sentirse más poderosos de aquellos a los que les lamen las botas, de cualquier forma sirviendo en su gabinete y que amenazan a diestra y siniestra, abundan y son patéticos. Dentro de la misma categoría se encuentran aquellos que después de luchar, patalear y traicionar por el poder lo alcanzan y una vez en sus manos no saben que carajo hacer con él. Nuestras entidades federativas o están en manos de ladrones o de incapaces que están paralizados con el poder en las manos y se han vuelto corta listones de oropel.
Tengo esperanzas de que algún día la clase política de este país pueda entender que gobernar no es inaugurar. Que para ser presidente, gobernador, presidente municipal, no se necesita tener listo el traje, las tijeras, la guayabera o el disfraz de ocasión. Gobernar es algo serio, y en ello se carga la vida o el patrimonio de los habitantes de la entidad que mandatan.
De los tres hoy “precandidatos” que no deberían de tener esa designación, pues evidentemente, no compiten con nadie, y se están gastando un presupuesto innecesario, me pregunto si alguno tiene claro que hacer con el poder cuando lo tenga. Lejos de discursos, ocurrencias y programas irrealizables. Alguno llegará con las manos suficientemente libres como para no tener miramientos y encarcelar a corruptos, romper pactos y aliarse con los ciudadanos en lugar de la asquerosa clase política de este país.
La “peorcracia” este sistema de gobierno propio de nuestro México, el gobierno de los peores por los peores motivos sigue trágicamente vigente. Este país no puede tener para el 2018 un presidente que no sea un verdadero líder, que nos pueda conducir al 2024 con inspiración resultados.
De las prácticas más perversas de nuestra “peorcracia” encontramos el “prometimiento crónico”, que es aquella en la que se hacen las más excéntricas e ilógicas promesas de campaña que no encuentra cobijo alguno en la realidad ni el presupuesto, cuyo lema evidente es: “prometer hasta meter y una vez………”. Es decir, la mentira contumaz y grosera, que no encontraría eco en ningún electorado que tenga dos dedos de frente.
Estoy cierto que este país necesita un líder verdadero, inspirador y auténtico. La vida de Winston Churchill no es de ninguna manera monacal e impoluta. Un hombre con vicios, con un apetito de poder real, aferrado al 10 de Downing Street, pero con una característica que le permitió conducir a los ingleses a salir adelante en la peor época de su historia, la Segunda Guerra Mundial y el inminente peligro de ser borrados o invadidos, decía siempre la verdad. Eso le permitió a los súbditos de la corona, estar atentos, preparados y ser un factor indudable de resistencia y un escalón en la victoria sobre Hitler.
Para todos nuestros políticos que hoy andan buscando libros, para que cuando los comunicadores les preguntemos por sus favoritos tengan una respuesta un poco menos sosa, les recomiendo el de Andrew Roberts, “Hitler y Churchill, los secretos del liderazgo”, en este texto podrán leer un preciso análisis sobre los discursos de dos de los actores fundamentales de uno de los periodos más complejos de nuestra historia. En el mismo se deja en claro, como Churchill siempre ofreció lo mismo, como lo dijo claramente en su discurso del 13 de mayo de 1940: “No tengo nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor.” En esta época en donde nos encantan los candidatos “hada madrina” esta sinceridad sería sinónimo de perder una elección. Por eso si vamos a creer cualquier promesa sin estudiarla y en eso decantar nuestro voto, no nos quejemos por tener un gobierno de rateros.
En el mismo libro que recomiendo líneas arriba, está el análisis de otro discurso fundamental, en este caso el de Adolfo Hitler en la fábrica de Simiens el 1 de febrero de 1933, un discurso lleno de odio y de resentimiento, disfrazado en el honor de Alemania. No se necesita ser un erudito, para adivinar en sus palabras sus intenciones. Por lo que le pido, que sea cuidadoso con los tres candidatos, escuche con atención, y compare, si perdemos otros 6 años, perderemos el país, se lo firmo.