El Instituto Nacional de Bellas Artes rinde homenaje a la fotógrafa con la exposición “Graciela Iturbide. Retratos para un ritual” en el Museo de Arte Moderno
Con la presencia de la homenajeada, se inauguró la exposición Graciela Iturbide. Retratos para un ritual , que ofrece una lectura de su obra a partir de cinco autorretratos.
Graciela Iturbide (1942), una de las principales fotógrafas contemporáneas, gracias a su particular estética que combina el enfoque documental con la sensibilidad poética, estuvo presente ayer en la inauguración de la exposición Graciela Iturbide. Retratos para un ritual en el Museo de Arte Moderno (MAM).
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Ante decenas de asistentes que acudieron a disfrutar sus gráficas, la artista de la lente mexicana recorrió con calma la muestra que da continuidad al proyecto de la Sala Manuel Álvarez Bravo, dedicada a la fotografía.
La exposición ofrece una lectura de su obra a partir de cinco autorretratos, con los que se explora su carrera y visión artística.
Estas imágenes autorreferenciales dialogan con una selección de fotografías de Iturbide, parte del acervo del MAM. De esta manera, nos adentramos a su mirada metafórica e intuitiva, en donde la propia efigie de Iturbide nos sirve como hilo conductor de diversas aristas de su oficio”, comentó la directora del museo, Sylvia Navarrete.
La muestra reúne 25 fotografías del acervo del MAM, las cuales van desde trabajos tempranos de 1978 hasta piezas más recientes de 2011.
Con Graciela Iturbide. Retratos para un ritual, el museo rinde homenaje a una creadora “que sigue apuntalando los derroteros del arte fotográfico hoy”.
En la apertura, Iturbide agradeció a los asistes su presencia en el museo, lugar en el que podrán apreciar parte de su trabajo.
Iturbide nació en la Ciudad de México. En 1969 ingresó al Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM para convertirse en directora de cine. Sin embargo, pronto fue atraída por el arte de la fotografía practicada por Manuel Álvarez Bravo, quien estaba enseñando en la misma universidad. De 1970 a 1971 trabajó como su asistente, acompañándolo en viajes a través de México.
A principios de los años 70, Iturbide viajó a través de Latinoamérica, en particular a Cuba y Panamá. En 1978, fue comisionada por el Archivo Etnográfico del Instituto Nacional Indigenista de México para documentar la población indígena del país y decidió fotografiar al pueblo Seri, un grupo de pescadores nómadas en el desierto de Sonora.
En 1979 fue invitada por el artista Francisco Toledo a fotografiar el pueblo de Juchitán, en Oaxaca. La serie iniciada en 1979 tuvo como resultado la publicación del libro Juchitán de las mujeres.
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