En Nezahualcóyotl, la enfermedad ha cobrado la vida de 45 personas de las 80 personas que han atendido desde el inicio de la pandemia.
Roberto Solís y Nicolás Rodríguez son dos paramédicos al frente de la pandemia por COVID-19, a pesar del servicio, su presencia no siempre es grata para los vecinos; por eso sus incursiones requieren una avanzada policial.
Ya nos ha tocado que nos agredan.
Dice Roberto.
Nezahualcóyotl es una de los focos de la epidemia en México. Hasta el sábado el municipio registraba mil 467 contagios y 152 defunciones. Ante ello, los habitantes se limitan a responder “De algo me tengo que morir”.
No fue el caso de un paciente de mediana edad que no había sido sometido a prueba, pero tras revisarlo, a Roberto no le queda duda de que está contagiado con el nuevo coronavirus.
Al sacarlo en la camilla cubierta de plástico, la voz quebrada de una mujer que le dice: “Dios te bendiga”.
Como este, es el caso del 85 por ciento de las emergencias que ahora corresponden a casos de Covid-19 y pese al esfuerzo del personal de salud, el coronavirus parece estar ganando la batalla en la zona.
La enfermedad ha cobrado la vida de 45 personas de las 80 personas que han atendido desde el inicio de la pandemia. El caso de una mujer, esta semana, les dejó una honda impresión.
Subo a la habitación y veo a la persona pálida (…) Me dice: ‘¿Qué me está pasando?’. Me agarra la mano y me dice: ‘Quiero vivir por mis hijos’.
Atrás de la ambulancia va Roberto. “Trato de decirle que es más fuerte que el virus (…), trato de darles ánimos, aliento, que no se deben dejar vencer (…), como si fuera nuestro familiar”.
Nicolás cuenta que algunos pacientes simplemente no quieren que los trasladen. “Nos dicen: ‘No quiero que me lleves a un hospital porque ahí me voy a morir'”.
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