Qué pasará con las nuevas generaciones que vivirán en un mundo en donde todos van con cubrebocas, ocultando los indicadores no verbales
Salen a la calle y ven a todos con cubrebocas. ¿Pueden advertir quién les parece que venga de muy buen humor, quién no se siente bien, quién parece estar enojado y al que más bien tiene sueño porque paso una mala noche?
En estas condiciones responder estas preguntas es casi imposible. Pues carecemos de muchas información que antes nos daban las expresiones de los demás, el lenguaje no verbal y ni qué decir de los gestos o los tics. Un problema que ya se ha empezado a analizar sobre todo en los niños y en cómo afectará su regreso a clases.
Hace unos 25 años se describió que en el cerebro tenemos unas neuronas llamadas de Espejo, encargadas de la empatía, la interacción social con las personas y con el mundo en general.
Son las responsables de hacernos llorar cuando vemos algo triste, de emocionarnos e incluso son las que nos provocan bostezar si vemos que alguien más lo hace o las que nos contagian los ataques de risa de alguien más.
Una investigación de la BBC plantea que el desarrollo de estas neuronas se da principalmente entre los 6 meses y 1 año de edad, pero durante la infancia y parte de la adolescencia sigue siendo muy importante sobre todo como referente social para poder identificar expresiones y emociones. Nos da esa empatía para comunicarnos e interactuar con el resto.
¿Triste, enojado o feliz? Los gestos, expresiones y el lenguaje no verbal se quedaron detrás de una mascarilla. Esto podría afectar a los más pequeños en el regreso a la "nueva normalidad" #AbreLosOjos @FranciscoZea @ElOpinadorTV por @ImagenTVMex pic.twitter.com/f50KuTmutE
— imagenzea (@imagenZea) June 9, 2020
Ahora imaginen lo que podría pasar con las nuevas generaciones que irán al colegio o vivirán en un mundo en donde todos va con cubrebocas ocultando gran parte de estos indicadores y sobre todo en una situación antinatural en donde las mascarillas están relacionadas con enfermedades o algún peligro, situación que a la larga podría crear en los pequeños rechazo social, angustia, sentimientos negativos o fobias.
Razón por la cual el trabajo de padres y maestros ante el eventual regreso a clases será vital. Porque seamos sinceros, el 99% de los alumnos nos van a la escuela por el interés de estudiar. Es el centro donde verán a sus amigos, jugaran con ellos el recreo, platicarán sus aventuras y planes en el lunch, dejando hasta el final las benditas clases.
Las cuales ahora serán usando cubrebocas, incluido el maestro, sin recreos para que no haya interacción física y con descansos para tomar los alimentos pero guardando una sana distancia, algo para lo cual no estamos listos.
Entonces ¿qué hacer? Lo primero es aceptar el problema. Aprovechar que los niños y niñas son increíbles para adaptarse a los cambios. Mantener una constante comunicación con ellos.
Preferir dinámicas de juego en el aprendizaje. Pero sobre todo hacerles saber que estaremos con ellos en todo momento mientras pasa esta pandemia que tarde o temprano dejará de existir.
IPR
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