La soberanía nacional es en cierto sentido, independencia, un poder que la Constitución contempla en los artículos 39, 40 y 41
Los acontecimientos en la comunidad de LeBarón abrieron una puerta que quizá muchos habían contemplado pero que pocos se atrevían a mencionar. Que ante los niveles de violencia que se viven en México quizá sea tiempo, de pedir ayuda. Irónicamente esta opción llegó de la mano del niño buleador del salón.
Tras los asesinatos de 3 mujeres y 6 niños de nacionalidades méxico-estadounidense, el presidente Donald Trump ofreció ayuda militar para solucionar el conflicto que tiene nuestro país con el narco y a través de Twitter mando los siguientes mensajes:
“Estados Unidos está listo, dispuesto y capacitado para involucrarse hacer el trabajo de manera rápida y efectiva”, “A veces necesitas de un ejercito para derrotar a un ejército” y “Este es el momento para que México, con la ayuda de EU, libre la guerra a los cárteles de la droga y los borre de la faz de la tierra. ¡Simplemente esperamos una llamada de su gran nuevo presidente!”
Ante esto, el aludido, agradeció la oferta pero defendió la postura de no enfrentar a la violencia con más violencia. Argumentando además que justo la política se había inventado para evitar la guerra. En un tema que además iría en contra de la soberanía de nuestro país. Pero ¿qué es soberanía y cómo la contempla nuestra constitución?
La soberanía es el ejercicio de autoridad en un cierto territorio. Un poder político supremo que corresponde a un Estado independiente. Una autoridad que recae en el pueblo pero que se ejerce a través de sus representantes.
Es en cierto sentido, independencia. Un poder que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos contempla en los artículos 39, 40 y 41.
¿Se violaría la soberanía de México, con la entrada de fuerzas armadas de otro país a nuestro territorio? Ese es un debate que quizá se deba de discutir ya en el Legislativo una vez que se terminen de pelear por lo menos importante, dejen de jalar agua para su molino y unan fuerzas para que a este país ya le vaya mejor.
Por lo pronto no debemos olvidar que desde del 2007 con la iniciativa Mérida, nuestro país ha sido financiado y capacitado militarmente por el gobierno estadounidense. Que quien tiene la sangre para matar a un niño no entenderá de razones ni mucho menos de diálogo.
Y que confiar en alguien como Trump, requeriría de mucha política y miles de candados antes de darle un si. En un México al que se le acaba el tiempo. Y en donde necesitamos ya, una luz al final del túnel, que al menos nos de señales de que podemos aspirar a la paz.
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