Estos emprendimientos son los que más padecen las consecuencias de los contracargos.
Tras un año de emergencia sanitaria y confinamiento, el comercio electrónico se convirtió en una de las principales vías de sustento para los pequeños y medianos negocios. Sin embargo, estos emprendimientos son los que más padecen las consecuencias de los contracargos.
Estos fraudes transaccionales se dan cuando una persona comienza un proceso de aclaración por un cargo no reconocido en su estado de cuenta o por haber recibido un producto averiado. Si bien el dinero regresa a la persona, el negocio termina perdiendo, pues es quien debe reponer el monto de la venta.
“Cuando eres dueño de una PyME que se encuentra escalando en el negocio, eres un blanco muy vulnerable”, comenta José Andrés Chávez, cofundador y CEO de Bayonet, una empresa mexicana que ayuda a los negocios a realizar ventas en línea de manera más segura.
Una de las explicaciones que menciona Chávez para este problema tiene que ver con la inexperiencia de los negocios, así como una tendencia a delegar las acciones antifraude a los procesadores de pago que contratan. Sin embargo, destaca, estos suelen tener “sistemas genéricos, pues prestan servicios a millones de clientes y es muy complicado que adapten modelos estadísticos de prevención de fraudes para cada negocio en particular”.
Esta premisa en torno al poco conocimiento sobre las formas de prevención también la apunta la firma de ciberseguridad ESET, la cual realizó una encuesta sobre el comercio electrónico durante la pandemia, donde halló que el 72% de los negocios que se vieron en la obligación de digitalizarse, “no estaban preparados para realizar dicha transición”.
Además, esta situación también provocó que el 83% de los clientes notara mayores riesgos para su seguridad al momento de adquirir sus productos. En este sentido, el principal temor para siete de cada 10 personas era que sus datos personales y bancarios se filtraran, el cual es uno de los orígenes de los contracargos, explica Chávez.
Desde la perspectiva de Oscar Bello, vicepresidente de Ventas de Vesta, otro obstáculo para los pequeños negocios en su lucha contra los fraudes por la falta de capital para invertir en sistemas que contrarresten estos ataques, algo que han adoptado las grandes corporaciones, debido a los fuertes impactos que representan para sus ganancias.
Según cifras de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), un poco más del 60% de las transacciones de comercio electrónico se realizan de manera exitosa; no obstante, del 40% que se rechaza, en promedio sólo entre un 5% y un 10% son posibles fraudes.
La seguridad, tanto para negocios grandes como pequeños, es un asunto que se debe priorizar, comenta Bello, pues “la transición de compras en línea será permanente para muchas personas y las empresas deben aprender a protegerse”.
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AFG