Rodrigo Duterte, presidente de Filipinas, asegura que su país está listo para cortar lazos diplomáticos con las naciones europeas que critiquen su mortífera campaña antidrogas.
En un programa televisivo, señaló que su nación puede sobrevivir mientras tenga el apoyo de China, Rusia y Europa Oriental, junto con el bloque de países del sudeste asiático que preside en estos momentos.
Además declaró que su gobierno es “revolucionario hasta el final de mi término”, lo que le permite arrestar oponentes y lanzar una guerra total contra las guerrillas si tratan de desestabilizarlo.
Su campaña antidrogas ha despertado la desaprobación pública a nivel nacional e internacional, algunos parlamentarios europeos y activistas de derechos humanos han criticado duramente sus decisiones, mientras internamente se enfrenta a acusaciones sobre el origen de sus riquezas.
Tras una oleada de escándalos y protestas, Duterte ha asignado en exclusiva a la agencia antidroga de su país (PDEA) el liderazgo de la guerra contra las drogas y ha distanciado a la Policía de la campaña.
El presidente ordenó a todas las entidades del Gobierno que “reserven a la PDEA, como única agencia, en el manejo de las campañas y operaciones contra quienes, directa o indirectamente, estén involucrados o relacionados con drogas ilegales”, según reza el memorando.
El memorando especifica que el liderazgo de la PDEA “no significará una reducción de los poderes de investigación del NBI y la Policía Nacional en todos los delitos” relacionados con drogas.
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