Hoy he leído al menos 5 notas referentes al registro del mismo número de aspirantes a la candidatura del Frente Amplio por México. Al final se registraron 33. A ellos hay que sumar los que participan en el proceso interno de MORENA, que son 6 más, y los que surjan de otro partido, alianza u ocurrencia. Es decir que, al día de hoy, van unos 40 “precandidatos” a la Presidencia de la República. De ahí llegarán, al final, unos 3.
Una tarde, hará poco más de 20 años, manejaba el auto de quien fuera entonces mi jefe (mi primer jefe formal); mientras ambos regresábamos de un evento del PAN en el Estado de México. Él era militante activo -supongo lo sigue siendo- y siempre asistía a cuanto acto era requerido; yo por mi parte, lo acompañaba siempre que me invitaba. Él rompió el silencio y me dijo algo que se grabó en mi mente: “Sabes, una persona puede ser un buen candidato, o puede ser un buen gobernante, o puede ser un buen político; pero es muy difícil encontrar a alguien que sea las 3.”
Al pasar de los años, aplico este tamiz constantemente, cuando conozco a algún suspirante a algún cargo, o simplemente veo en los medios de comunicación a los muchos actores políticos en su andar de todos los días y confirmo lo mucho de verdad que tiene.
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Entonces, de esos 3 que lleguen a la recta final, ¿quién será el/la mejor candidat@? ¿quién ha sido el/la mejor polític@? y ¿quién sería el/la mejor gobernante? Y más importante aún, ¿qué es lo que queremos? ¿qué es lo que necesita México en estos difíciles momentos?
Habrá que pensar bien y elegir mejor, porque, si hacemos caso de la reflexión, solo podremos escoger a uno, y creo que hoy no necesitamos ni al mejor candidato ni al mejor político.
Al margen…
Este domingo perdimos a un grande. Murió Don Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega a los 89 años de edad. Podemos estar de acuerdo o no con su andar por la política nacional. Fue, sin duda, controvertido; militó en 5 partidos políticos y ostentó todos los cargos públicos habidos y por haber. Lo que no podemos negar es que, particularmente durante sus últimos años, se condujo como una especie de fiel de la balanza de la política, cuya voz tenía el peso del que carecían muchas otras voces, y representó una autoridad reconocida por casi tod@s. Descanse en paz.
Abelardo Alvarado Alcántara.