Poco más de la mitad de todos los homicidios intencionados a nivel mundial son cometidos con armas de fuego, según el informe 2019 de la ONUDD
Hoy, como cada 9 de julio se conmemora el Día Internacional de la Destrucción de Armas de Fuego, de acuerdo con lo dispuesto por la Organización de Naciones Unidas desde 2001, como parte de sus resolutivos finales de la Conferencia Internacional de las Naciones Unidas sobre el Comercio Ilícito de Armas Pequeñas y Ligeras en Todos sus Aspectos.
La importancia de esta efeméride radica en que las armas pequeñas (un revolver) son las destinadas al uso personal, mientras que las armas ligeras (fusiles, ametralladoras y lanzagranadas) a un grupo de personas, generando daños en mayor o menor grado.
A diferencia de lo que pasa con otro tipo de armamento, como el nuclear, el químico y biológico, que carece de reglamentos o convenios internacionales que se ocupen directamente de ellas, en incluso hay estados que defienden su derecho a la legítima defensa, individual o colectiva.
Así, uno de los principales problemas vinculados a las armas pequeñas y ligeras es lo fácil que pueden conseguirse en muchas partes del mundo, amparados por este derecho reconocido en el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas. Por ejemplo, Estados Unidos que, con solo ir al supermercado, puedes hacerte de una, como cualquier otro elemento de tu despensa.
Pero otro de los grandes problemas de este tipo de armas, es que son las preferidas en los conflictos bélicos o sociales, predominantemente internos, ya que son relativamente baratas, mortíferas, portátiles, fáciles de ocultar, resistentes y fáciles de manejar. Muestra de ello, es el empleo de niños de solo 10 años de edad como combatientes.
Además, generan grandes ganancias para bandas de mercenarios y terroristas que se dedican a contrabandearlas a cambio de fuertes sumas de dinero, piedras preciosas, drogas y otros artículos.
Aunque son productos que mutilan y matan, todavía no existe un instrumento internacional que regule este mercado.
Ante dicho escenario, el fenómeno de la portación de armas entre civiles se relaciona históricamente con los conflictos armados que se viven en varias regiones del planeta, por ejemplo, en Centroamérica desde la década de 1970.
Datos del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (IEEPP) señalan que la violencia armada es uno de los fenómenos más letales dentro de la sociedad principalmente la centroamericana, con un flujo proveniente principalmente de Estados Unidos, vía México.
Es más, del Estudio Mundial sobre Homicidios de 2019 publicado apenas este lunes 8 de julio en Viena por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (OUNDD), se desprenden que Latinoamérica es la región más violenta a nivel global y que entre los años 2000 y 2017, los grupos criminales (narcotráfico y pandillas) mataron a cerca de un millón de personas en todo el mundo, la misma cifra de muertes que se estima causaron las guerras. Esto, gracias al fácil acceso a armas pequeñas y ligeras.
Muchos de esos conflictos han causado un gran número de bajas en las poblaciones afectadas, en su mayoría civiles y principalmente mujeres y niños.
Por lo tanto, la regulación y destrucción de armas de fuego se ha convertido en un auténtico motivo de preocupación para la comunidad internacional, así como un pendiente ineludible para los gobiernos, o de lo contrario se perderán más vidas, garantizando la buena y segura convivencia social.
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