Existe una clase de sucesos raros que aparecen como chorros muy azules e intensos que ascienden desde las nube hacia la atmósfera
Un equipo internacional de científicos en el que participa la Universitat de València (UV) detectó, por primera vez en la historia, un rayo azul desde el primer microsegundo de su génesis que se propagaba en la estratosfera.
Según informó la universidad de la ciudad española de Valencia, el descubrimiento, publicado en la revista Nature, afecta al estudio del calentamiento de las zonas más altas de la atmósfera terrestre y al Circuito Eléctrico Global (CEG).
Según se explica en la publicación, la separación de cargas eléctricas que se produce en el interior de una tormenta genera un movimiento ionizador de los componentes de la atmósfera, que da lugar a las potentes descargas que coloquialmente se conocen como “rayos”. Estos se desplazan unas veces entre nubes, y otras, de la nube al suelo o viceversa.
No obstante, existe otra clase de sucesos más raros que aparecen como chorros muy azules e intensos que ascienden desde la nube hacia las partes más altas de la atmósfera. Estos son los llamados “blue jets, blue glimpses y blue starters”, que son lo captado en la imagen.
Los especialistas detallan que estos se originan a 10-15 kilómetros de altura desde las nubes, ascienden en la atmósfera y solo pueden ser observados desde el espacio.
El equipo de Víctor Reglero, catedrático de Astronomía y Astrofísica de la UV e investigador del Image Processing Laboratory (IPL) de la institución académica, junto a investigadores daneses y noruegos, detectó y caracterizó totalmente un rayo azul.
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No solo eso, lograron determinar su posición, duración, evolución y velocidad desde su origen en la capa superior de las nubes. Además, establecieron la relación entre el rayo progenitor y su evolución en forma de luz ascendente, algo que “nunca antes se había conseguido”.
Cabe destacar que en febrero de 2019 los investigadores observaron cinco erupciones muy violentas cerca de la isla de Nauru en el Pacífico Central, tanto en las dos cámaras como en los tres fotómetros de los que dispone ASIM.
Con una duración de 20 microsegundos, una señal cien veces más intensa de lo habitual en el llamado fotómetro azul (337 nm) y nada en el fotómetro rojo (777 nm), los científicos deducen que la imagen tiene forma de cono y que su apertura va aumentando a medida que la emisión progresa en sus 196 microsegundos de duración y sube a la atmósfera hasta llegar a los 56 kilómetros de altura.
En paralelo, el trabajo analiza los rayos de dicha zona con datos de base tierra y establece la relación entre el inicio de un rayo y la violenta emisión azul detectada por los fotómetros.
De acuerdo con el coautor del estudio, Víctor Reglero, catedrático de Astronomía y Astrofísica e investigador del Image Processing Laboratory (IPL) de la Universidad de Valencia, una tarea futura, es “evaluar la frecuencia de los rayos azules y su contribución a la carga total que se mueve en el CEG. Este es nuestro reto para los próximos años”.
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CAB