Monseñor Benjamín Jiménez se contagió a principios de noviembre, pero tras ser intubado se le detectaron daños pulmonares y cardiacos
El obispo emérito de Culiacán, Benjamín Jiménez Hernández, de 82 años por un paro respiratorio, originado por complicaciones de la enfermedad COVID-19.
Desde hace varios días se encontraba intubado en una clínica de Hermosillo, Sonora, siendo el 20 de noviembre cuando la autoridad eclesial emitió un comunicado para informar que el prelado seguía hospitalizado en terapia intensiva, y que su condición era grave.
Además, la vocería de la Diócesis de Culiacán informó que Monseñor Benjamín Jiménez se contagió a principios de noviembre, pero luego de ser intubado fue que le detectaron daños pulmonares y cardiacos, los cuales provocaron su muerte.
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“Nuestra comunidad diocesana, Presbíteros, Diáconos permanentes, Consagrados y fieles laicos, reconocemos con sentido de comunión y gratitud la generosa y comprometida labor pastoral de nuestro Obispo emérito, quien sirvió a Dios y a nuestra iglesia Católica presente en este territorio sinaloense por 57 años consecutivos”, citó la Diócesis de Culiacán en su misiva.
Benjamín Jiménez nació el 31 de marzo de 1938 en la ciudad de Pénjamo, Guanajuato, y recibió la ordenación presbiteral en 1963, hasta que luego de varios estudios fue ordenado obispo por el nuncio Apostólico de México en 1989, pasando a ser obispo auxiliar de Culiacán.
En diciembre de 1993 inició su ministerio episcopal como obispo de Culiacán, convirtiéndose en el tercer obispo de la ciudad, donde sirvió hasta 2011, cuando le fue aceptada su renuncia, y se convirtió en obispo emérito.
La Catedral de Culiacán tiene una cripta episcopal, por lo que se espera que el cuerpo de Monseñor Benjamín Jiménez sea trasladado a la ciudad para ser depositado en este lugar, donde ya se encuentran los restos de su antecesor.
Con información de Jesús Bustamante
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