Los menores que sobreviven a la violencia familiar suelen sufrir daños físicos y psicológicos a largo plazo que afectan su capacidad de aprendizaje
Sobre la agresión que sufrió una niña de 6 años por parte de su madre el pasado 26 de agosto afuera de una escuela localizada en la colonia Michoacana, alcaldía Venustiano Carranza, la Procuraduría General de Justicia (PGJ) de la Ciudad de México aportó pruebas contra la imputada, las cuales permitieron que un juez de control la vinculara a proceso por el delito de violencia familiar.
No obstante, durante la audiencia inicial, la defensa de la probable participante solicitó la suspensión condicional del proceso, la cual fue otorgada por el juzgador por un periodo de seis meses.
Entre las medidas cautelares que se le impusieron a la acusada, se establece que deberá presentarse a firmar de manera mensual en la Unidad de Medidas Cautelares, recibir tratamiento psicológico, residir en un domicilio diverso al de la menor y pagarle terapia; además, se le prohibió acercarse a la niña y comunicarse con ella.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) explica que la violencia familiar es un acto de poder u omisión intencional, dirigido a dominar, someter, controlar o agredir física, verbal, psicoemocional o sexualmente a cualquier integrante de la familia, dentro o fuera del domicilio familiar, por quien tenga o haya tenido algún parentesco por afinidad, civil, matrimonio, concubinato o a partir de una relación de hecho y que tenga por efecto causar un daño.
Sobre este fenómeno, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), todos los años al 275 millones de niños y niñas de todo el mundo sufren a causa de la violencia doméstica y padecen las consecuencias de una turbulenta vida familiar. La violencia contra niños y niñas conlleva abuso físico y psicológico, abandono o negligencia, explotación y abuso sexual.
Señala que entre los perpetradores de acciones violentas contra niños y niñas están los padres y madres y otros miembros de la familia; y que aquellos que sobreviven al abuso suelen sufrir daños físicos y psicológicos a largo plazo que afectan su capacidad de aprender y de relacionarse socialmente, resultando difícil para ellos tener un buen rendimiento escolar y llegar a desarrollar amistades íntimas y positivas.
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