El pequeño Romeo vive con la incertidumbre de no saber el por qué se mueren las personas que más lo quieren
Romeo, un niño de 7 años es una de las víctimas de los efectos secundarios de la violencia contra las mujeres y la pandemia del covid-19.
“Él dice que porqué se mueren las personas que más lo quieren, porque a su mamá la mataron y a su papá lo mató el coronavirus”, señala Sandra Soto, activista de “Los Machos nos matan en México A. C.”
Serymar Soto Azúa, la madre de Romeo fue víctima, el 28 de enero de 2017, de una agresión de quien en ese momento era su pareja.
Murió el 4 de febrero de ese año en Coahuila, Romeo tenía en ese momento 3 años. A principios de 2020 fue adoptado por sus abuelos maternos, y apenas el 26 de julio, murió quien toda la vida del niño fue su figura paterna, su abuelo Sergio Benjamín Soto Rodríguez.
“Cuando sucede la muerte de mi papá no hubo ninguna atención de parte de ninguna atención, ninguna autoridad preguntó qué era lo que había pasado entonces empezamos otra vez, otra lucha”, asegura Sandra.
Desde el inicio de la pandemia, Sandra y la asociación que representa a partir del feminicidio de su hermana, advirtieron al presidente y las autoridades que los huérfanos por feminicidio vivían una doble pandemia.
“Cómo le íbamos a hacer para poder solventar los gastos de estos niños, cuando estos niños estaban a cargo de personas mayores que eran vulnerables a este virus, sin nunca imaginarnos que iba a llegar la muerte”.
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Sandra y su familia, desde la Ciudad de México, buscaron ayudar a Romeo.
María, la abuela de Romeo y su tío Fernando también enfermaron, estaban en cuarentena, y el pequeño Romeo fue asintomático.
Sandra acudió a la Comisión Ejecutiva de Atención Víctimas Estatal a solicitar el protocolo de atención de cuidados paliativos para víctimas de coronavirus.
“Ellos hacen ese mentado estudio socioeconómico, para ver si te mereces que te den un apoyo y luego lo meten a un proceso, un consejo para ver si te lo van a dar qué opinan los demás que integran ese consejo”
Tres semanas tardaron en acceder a dar el apoyo, una entrega única de 2 mil pesos para cuidados paliativos y una despensa con artículos de higiene y sanidad.
La abuela-mamá de Romeo y su tío ya se habían curado el último adiós a su papá abuelo sigue pendiente.
“Esa parte está interrumpida en la sala de mi casa, en cenizas, no podemos hacer ningún servicio no lo podemos enterrar”.
En medio de todo eso, un niño de 7 años debe enfrentarse a una de las preguntas que le inquietaban tras el feminicidio de su mamá y el proceso de adopción de sus abuelos, ¿quién cuidará de él en caso de que alguien más de su familia fallezcan?.
Con información de Abraham Nava
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NCV