Dicen que nos hemos vuelto adictos a la certeza, que siempre queremos saber lo que pasará y quizá por eso la pandemia nos puso en jaque
Dicen que en el mundo lo único seguro es la incertidumbre. Una situación que tratábamos de evitar la mayoría de los seres humanos, hasta que llego la pandemia. Y es que si ponemos esto en perspectiva ¿qué tanto nos hemos alejado de la incertidumbre?
Margaret Heffernan, CEO, escritora y profesora de la Universidad de Bath en Inglaterra señala, en una de sus publicaciones, que nos hemos vuelto adictos a la certeza. Siempre queremos saber lo que pasará.
Tenemos equipos que nos dice si va a llover, teléfonos que nos mantendrán comunicados al salir de casa, apps que pronostican el tráfico y decenas de cosas más para combatir a la tan temida incertidumbre.
Quizá por eso la pandemia nos puso en jaque, pues vivíamos acostumbrados a creer que sabíamos lo que iba a pasar o con la garantía de que una cosa nos llevaría a otra.
Claro, esto no significa que reneguemos de la tecnología, al contrario, en estos momentos ha sido de gran ayuda, pero tal vez la hemos subestimado al creer que es la única respuesta. Un determinismo tecnológico que quizá sea hora de reflexionar.
Con las videollamadas seguimos trabajando y estudiando, pero qué tanto las usamos pasa socializar con amigos y familia. Que problemas estamos tratando de resolver o de prever con la ayuda de las máquinas. Dónde queda nuestra imaginación y esa capacidad de pensar en diferentes escenarios.
Una característica propia de los seres humanos. Es más, lo que haces, lo que estudias o en lo que trabajas ¿es una actividad que sólo un humano podrá hacer o cualquier computadora la podría copiar?
¿Nos hemos vuelto adictos a la certeza? La pandemia nos puso en jaque… #AbreLosOjos @FranciscoZea @ElOpinadorTV por @ImagenTVMex pic.twitter.com/sRrLsYNZlG
— imagenzea (@imagenZea) September 9, 2020
Tal vez sea momento de hacer otro corte de caja y analizar si lo que estamos haciendo en tiempos de pandemia realmente nos está conduciendo a un mundo mejor. O si sólo nos permite seguir a flote esperando que nuestro barco aguante la tormenta.
Heffernan también habla de la ceguera voluntaria, aquella que nos evita ver lo que pasa frente a nuestros ojos. Eso que normalizamos porque creemos que es parte del mundo. Aquello que dejamos seguir por que a mi , en este momento, no me afecta.
Lo que nos ha llevado a creer que la violencia es parte de nuestra vida, en donde las agresiones a mujeres son cotidianidad; el abuso de niños algo que les pasa a los demás o donde empezamos a pensar que única solución para acabar con los ladrones es el linchamiento ante la opacidad de las autoridades.
La pandemia nos sigue dando clases. Y ojalá muchos logremos aprender la lección, adaptarnos y crecer en equipo, pues para bien o para mal, en esta sociedad el futuro será el que trabajemos todos.
IPR
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