
México es país con mayor índice de abusos sexuales a menores en el mundo, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)
Niñas de todas las edades expresaron con voz alta y fuerte sus primeras exigencias de justicia y equidad, clamando al son de cada consigna, con carteles en mano.
—Estoy luchando por todas, afirma Zoe.
—¿Y qué pides?.
—Que ya dejen de violar a las mujeres, respondió entre sollozos.
A su corta edad, la niña ya conoce a víctimas de agresiones, en este caso violación: “Mi hermana”.
México es el primer país del mundo en abuso sexual a menores, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
De esas violaciones, 90% es perpetrada en el mismo entorno familiar, pero las víctimas callan por miedo, por vergüenza.
Estas niñas que están marchando, también están luchando.
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Las enormes vallas de protección que custodiaron edificios emblemáticos de la CDMX, como Bellas Artes o Palacio Nacional, no opacaron el perfil pacífico que tuvo la movilización, aunque eso no resta el dolor de las miles de mujeres que ayer salieron a conmemorar el 8M.
Reclamo desesperado
“Estoy desesperada, pero con fuerza para gritar aquí y allá, a donde sea para ver si alguien me escucha y saber dónde está mi hijo; es una desesperación terrible”, confesó Norma, cuyo hijo está desaparecido.
“Estoy segura que sufre, estaba conmigo cuando él (su papá) se lo llevó. Estaba conmigo, se lo llevé a que lo visitara y ya no lo volví a ver más”, relató esbozando en su mirada la desesperación de quien lo ha perdido todo.
“Las autoridades no han hecho nada, por eso es que estoy aquí, intentando gritar, buscándolo por todos lados, se llama Ángel Carím Meza Chávez, tiene cinco añitos, sólo cinco añitos”, comparte.
Siete de cada 10 mujeres en México han experimentado, al menos, un incidente de violencia, que va desde la psicológica, económica, patrimonial, física o sexual.
Heridas de abuso
“Siento mucha impotencia, dolor, coraje, miedo”, dijo Areli, entre lágrimas. Ella fue víctima de abuso sexual.
“Por toda una vida de sufrimiento, pero tenemos que seguir, tenemos que echarle ganas y liberarnos de todo esto que ya nos pesa”, expresó, mientras una mujer se le acercó, pidiéndole le permitiera abrazarla.
Ya no es culpa. Es tristeza. Ya no hay lugar para el silencio. Hoy gritan lo que durante tantos años tuvieron que callar.
Enojo y empatía
“Es una lucha de todas”, añadió Valeria, una de las mujeres que, desde que fue violada, vandaliza año con año todo lo que no se mueve a su paso.
“¿Por qué no nos protegen?”, cuestionó, enojada, con el paliacate verde que las distingue, cubriendo su rostro.
“En primera, poder estar aquí es un privilegio, poder venir a marchar es un privilegio. ¿Por qué vandalizamos? Una pared, un local, un monumento, el piso, nunca van a valer más que la vida de una mujer, y no es solamente la vida, son las agresiones que vivimos día con día”.
Quebrada, remató: “Y que escuchen esta parte. No nos vamos a callar, vamos a seguir marchando, en pie de lucha y como cada año, vamos a tomar las medidas que se necesiten para no ser silenciadas”
—¿Te violaron, Vale?, se le preguntó
—Sí, afirma, valiente.
Es el símbolo de una lucha que hoy cumple 50 años, desde que la ONU decretó el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer.