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Por: José Alfredo Ciccone
Dominar las formas sutiles, caballerosas y firmes a la vez, a la hora de plasmar textos, es una tarea que requiere de la invaluable aportación del comprobado oficio, sin él sería imposible llegar a tocar sentimientos, a llevarnos de la mano en el recorrido por las páginas de -Narrar nuestro tiempo-, que atrapan sin ahogar y conminan sin presionar.
Escrito con la frescura, celeridad y pausas obligadas que exigen los tiempos actuales, convulsos y acelerados, con la visión inevitable del periodismo que aporta Carlos Mora Álvarez y la temperatura de esta actividad de alto voltaje, más la producción editorial que así lo requieren, cuando la propia marcha del mundo, con las redes sociales a la cabeza y su ‘descarada inmediatez’ que desnuda e inventa todo, sin medir consecuencias ni dar la cara, cada día tornan más ilusoria la vigencia blindada de las palabras.
El libro de Mora, con sus acertados juegos dialécticos en sus encuentros dialogados, transitados con maestría y el don propio de seleccionar personajes tan variados como interesantes e invaluables, nos brinda la posibilidad de bucear entre páginas y entrar a la vida de muchos escritores, periodistas, políticos y diplomáticos de alta gama.
A estas alturas de copiosa difusión referidas a esta magnífica edición, resultaría ocioso de mi parte, nombrar a las personalidades referidas, sin embargo no puedo dejar de expresar mi gratitud al autor que nos puso a la mano, desde el carismático e icónico John Kennedy, el político correcto y honesto de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, pasando por mi admirado Jorge Luis Borges y el ‘Gabo’ García Márquez, hasta el punzante, agudo y reconocido profesional periodista Julio Scherer García, recordarnos de paso que los que ya no están, siguen ahí indelebles y firmes como la figura enorme, el talento y el garbo de nuestro amigo, que dijo adiós hace unas semanas, Don Valeriano Salceda ‘Giraldés’.
En el recorrido por esta bella edición, leí con satisfacción, por la amistad que me une con Carlos, varias páginas que le dedican selectos amigos sobre el libro y la capacidad que tiene Mora para recrear sus entrevistas, por cierto, género de los más complicados de ejercer, cuando se hace con seriedad y destreza. No soy yo, quien en definitiva resalte las muestras positivas y comprobadas de este hombre tan diplomático como amigo leal y sin ambages, tan ejecutivo como lo pide la actualidad y las actividades en que vivimos.
Lo palmario de sus méritos quedan explícitos, una vez más en su prolífica carrera, hoy desplegada en más de 350 páginas de paisajes verbales, tan vertiginosos como amables.
El ejemplo más claro de un oxímoron, es el de -un silencio atronador-, ese fue el efecto que me causó el contenido de este libro que hay que leer en silencio para que el trueno interno nos sacuda sentimientos, produzca más asombros y nos deje con ganas de querer divisar qué sigue en la cabeza siempre activa y creativa del autor.