Especialistas señalan que “corregir” a un niño a través de los golpes físicos genera violencia, rebeldía, temor y falta de confianza en los padres
El método de “corrección” de un padre de familia hacia sus hijos fue duramente cuestionado y señalado en redes sociales debido a la fuerza con la que golpea a dos menores de edad, abriendo un debate sobre si los golpes son “eficaces” para enseñar positivo a un niño.
Las imágenes compartidas por un usuario identificado como Jaime venía acompañado con la frase “a varios de nosotros así nos criaron y ahora somos hombres de provecho”, lo que encendió y dividió las opiniones de los internautas.
En las imágenes se puede apreciar a un hombre sosteniendo a un niño de aproximadamente cinco años siendo “nalgueado” fuertemente, mientras trata de incorporarse. Posteriormente se ve como el sujeto se dirige a una niña para pedirle que se “siente bien” y también la golpea.
Debido a la violencia del video, ya que el hombre evidentemente atraviesa por un arrebato de ira al momento de la acción, éste fue denunciado y bajado de Twitter, sin embargo algunos internautas rescataron el video para exhibir y recriminar este tipo de conductas.
Mientras algunos señalaban que este tipo de correcciones son arcaicas y alimentan un círculo de violencia en el que el menor aprende a justificar y reaccionar con agresividad ante situaciones de frustración, otras voces señalaron que la falta de disciplina de este tipo ha provocado jóvenes y adultos faltos de límites y de respeto hacia los valores morales y sociales.
Los especialistas señalan que las correcciones físicas como cachetadas, nalgadas o tableadas (varas de madera para la “corrección”) son desaconsejables en cualquier edad, puesto que aparte de humillar al niño y dañar su autoestima, le proporciona un modelo a imitar y del que aprender.
De acuerdo con diversos estudios, “corregir” a un niño a través de los golpes físicos no le enseña a los menores por qué suceden las cosas ni cómo hacerlas correctamente, sino que genera violencia, rebeldía, temor y falta de confianza en los padres.
Así, el niño acaba obedeciendo por miedo al castigo, pero sin comprender el motivo de la sanción en la mayoría de los casos. Y por supuesto, termina por impedir la comunicación entre padres e hijos.
En contraparte, hay quienes señalan que un manazo o nalgada a tiempo, logra establecer límites para que los niños aprendan que pueden y no hacer, además de enseñar el bien y el mal o que toda acción tiene una consecuencia.
Sin embargo, estos mismos “defensores” de las correcciones físicas señalan que cuando eran niños sus padres los golpeaban con todo tipo de objetos (cinturones, chanclas, cables de planchas, varas, matamoscas y hasta sartenes) sin importar si los lastimaban hasta tirarles los dientes, puesto que lo hacían cuando estaban muy enojados, lo que revela una falta de control emocional.
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NCV