La situación en Italia de los migrantes que trabajan como jornaleros en el campo ha sido denunciada por organizaciones humanitarias y católicas, ya que son sujetos de explotación debido a su condición
Doce inmigrantes murieron en el sur de Italia tras el choque con una camioneta cargada de tomates del camión que los transportaba para realizar labores agrícolas en la región de Foggia, informaron este lunes los bomberos.
Agosto es el mes de la cosecha y cientos de inmigrantes, la mayoría sin papeles provenientes de África, así como del este de Europa, son empleados para esa dura labor bajo un sol asfixiante.
Un primer balance mencionaba 11 víctimas mortales y se trata de un accidente muy parecido al registrado el sábado en la misma zona, en el cual murieron cuatro migrantes que recolectaban tomates.
La situación en Italia de los migrantes que trabajan como jornaleros en el campo ha sido denunciada por organizaciones humanitarias y católicas, ya que muchos empresarios agrícolas se aprovechan de su condición para explotarlos, pagándoles salarios muy bajos.
Buena parte de los migrantes recorren centenares de kilómetros en camiones y furgones todos los días para llegar a las plantaciones, donde trabajan durante largas horas a más de 40 grados centígrados de temperatura.
Los llamados “nuevos esclavos” suelen trabajar para las “agromafias”, que no respetan los derechos laborales y esclavizan a los jornaleros.
En una asamblea celebrada el domingo, después del primer accidente, en uno de los barrios marginales de la región, decenas de trabajadores agrícolas africanos decidieron convocar a un día de huelga para el próximo miércoles.
Según explicó Abubakar Sumahoro, delegado del sindicato USB, “al amanecer los jornaleros marcharemos desde el campo hacia la ciudad de Foggia para reclamar condiciones de trabajo dignas”, anunció.
Italia es una potencia agrícola en Europa y dedica el 43% de su tierra a la agricultura, según cálculos del sindicato.
Después de la Segunda Guerra Mundial transformó su agricultura de subsistencia en intensiva y buena parte de ella es destinada a la exportación.
El llamado “Caporalato”, con capataces que guían a cuadrillas de jornaleros, emplean a los inmigrantes, los cuales suelen ser alojados en barracas metálicas en medio del campo, sin agua corriente ni servicios.
Las primeras huelgas de inmigrantes fueron realizadas en 2011, en Nardó, sur, y entonces salió a la luz la terrible explotación, lo que obligó al gobierno a aprobar nuevas leyes que hacen ilegal la explotación de la mano de obra de los sin papeles.
Los empresarios sostienen que el sistema de capataces es el único que les permite mantenerse competitivos en el mercado actual.
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