Los que aspiran a dirigir Morena, están obligados a anteponer el interés nacional y del partido, al interés personal o será la muerte de la 4T
Veo azorado el desastre interno que tiene Morena. Asambleas reventadas, chismes internos y sobre todo la ambición desmedida de sus cuadros principales.
Al día de hoy hemos escuchado a una Bertha Luján que, segura de su control territorial, le apuesta a las asambleas violentas, a una Yeidckol que ante la incertidumbre en el padrón y la no aceptación de los órganos internos de la encuesta propuesta por el “ciudadano presidente” y dueño y fundador de Morena, pretende extender su mandato, un Mario Delgado que ha cumplido con la agenda legislativa de la 4T pero que se le acusa de “Fifi” y Alejandro Rojas quien clama por reunirse entre los cuatro candidatos y construir la unidad de Morena.
No hay que olvidar que las encuestas, como método de elección del próximo líder de Morena, fue una propuesta del presidente de la República.
Como lo hago en cada columna en donde trato asuntos internos de Morena, le quiero recordar a todos aquellos que hoy tienen un puesto público, de elección popular o al interior del partido, que absolutamente todo se lo deben al ciudadano presidente, pues muchos de ustedes no hubiesen tenido ni la menor posibilidad de llegar de nuevo a la política o de ganar nada, sin la coyuntura de Andrés Manuel López Obrador.
Por ello creo que, le deben gratitud y lealtad. Me parece bueno que él mismo tome distancia del partido, pero la falta de unidad y que la paguen en las urnas puede ser la muerte de la 4T.
Alejandro Díaz lo ha dicho, los que aspiran a dirigir Morena, están obligados a anteponer el interés nacional y del partido, al interés personal.
Es urgente que se sienten a dialogar los cuatro aspirantes a dirigir el partido, para enfrentar a sus adversarios políticos en 2021. Es urgente que la gente los pueda ver como un partido-movimiento futurista, vanguardista, plural, tolerante y con miras al futuro y no como un PRI con otros colores.
Si no son capaces de refrendar el triunfo van a dejar solo al presidente, y el riesgo será que su proyecto de nación pueda sucumbir ante la sedicia de empresarios, políticos y hasta periodistas interesados en perpetuar un régimen de privilegios y corrupción.
Es evidente también, que la 4T tiene que demostrar de forma urgente su eficacia en la resolución de problemas que hoy nos aquejan. La violencia sigue imparable y con una estrategia al día de hoy, poco clara. La economía no levanta y peor aún, con la coyuntura internacional tendrá severos problemas para volar.
Hay infinidad de cosas que se han hecho mal, ingenuidad o inexperiencia. Pero lo peor que se ha hecho ha sido comunicarlo.
En lo particular estoy cansado de ver a la institución presidencial, encarnada por Andrés Manuel López Obrador, pasar aceite mientras un funcionario de seguridad pública le presenta un diagrama lamentable de cuentas de redes sociales, y el tiene que dar explicaciones que no le corresponde y enderezar ataques en contra de personajes que la verdad resultan intrascendentes.
Resulta procedente la crítica a utilizar la inteligencia del estado para evidenciar chavitos y que ese análisis no lo hubiera hecho Comunicación Social, que estos 10 meses ha dejado solo al presidente.
En lo particular me pongo a pensar en la propuesta de Trump, de ayudar a aniquilar a los grupos del narcotrafico. No es la primera vez, el ejemplo de la intervención de fuerzas norteamericanas es Colombia. No fue fácil, no fue gratis, pero se erradicaron a los grandes cárteles.
Claro que cada vez que se habla de esa posibilidad se empieza a ver largas filas de mexicanos que se dirigen a la parte superior del Castillo de Chapultepec a tomar turnos para envolverse en la bandera y aventarse, por el ataque y el riesgo a la soberanía nacional.
Yo no quiero vender México, pero me resulta claro que no hay peor riesgo a la soberanía que el poder que tienen algunos grupos del crimen organizado. Que claramente han controlado zonas enteras de la República y que han generado la percepción de vencer a las fuerzas federales. Aclaro, solo la percepción, el poder de fuego de nuestras fuerzas armadas es infinitamente superior al de los criminales, pero no podemos aceptar que se les falte al respeto.
¿Y si Estados Unidos nos ayuda? ¿Sería muy malo? ¿Perderíamos soberanía? O solo se trata de un discurso gastado y antiguo. ¿Usted qué piensa?
Otras columnas de opinión de Francisco Zea: