La cerveza es uno de los principales motores de la economía, impactando desde agricultores, transportistas y la industria, hasta los puntos de venta y centros de esparcimiento
Aprovechando que como buen primer viernes de agosto celebramos el Día Internacional de la Cerveza, demos un recorrido por algunos de sus beneficios en nuestra salud, y porqué no, también algunos de sus mitos.
Si bien, durante mucho tiempo se generó la idea de que esta bebida es mala para nuestra salud, realmente puede aportarnos varios nutrientes positivos, y es fuente de agua para el organismo; siempre y cuando el consumo sea con moderación.
Por consumo responsable y moderado, debemos entender que no serán más de 2-3 tarros normales de 200 ml para un varón adulto al día y 1 o 2 para una mujer.
En primer lugar hay que dejar en claro que es una bebida natural, poco calórica y que aporta sustancias útiles, nutritivas y energéticas. La aportación calórica de la cerveza es baja: un tarro de 200 ml equivale a 90 kcal y si es sin alcohol la cifra se reduce a una media de 34 kcal/200ml.
En sí, los expertos señalan que la bebida no es la responsable de la obesidad o la panza chelera, sino una alimentación desequilibrada, la falta de ejercicio y la información genética.
Vitaminas
La cerveza contiene pequeñas cantidades de vitaminas del grupo B: tiamina, riboflavina, ácido pantoténico, piridoxina, biotina, mesoinisitol, cianocobalamina y niacina. También contiene ácido fólico y sus derivados (folatos). Estos nutrientes proceden de la malta.
Ácido fólico
Su consumo diario podría cubrir las necesidades diarias de folatos. El ácido fólico es una vitamina del grupo B, esencial para el mantenimiento de la vida celular, el crecimiento y la formación de nuevos tejidos, y para la prevención de los defectos del tubo neural.
Asimismo, ayuda a regular los niveles de homocisteína, factor de riesgo en enfermedades cardiovasculares.
En la cerveza, este nutriente se encuentra en cantidades comprendidas entre 50 y 10 microgramos por cada 100 ml, y la ingesta de ácido fólico recomendada para la población oscila entre los 180 y 200 microgramos al día.
La biodisponibilidad óptima del ácido fólico contenido en la cerveza, hace que esta bebida sea una de las principales fuentes de folatos.
Polifenoles
El consumo de cerveza también aporta a la dieta polifenoles, antioxidantes naturales que participan en la protección contra enfermedades cardiovasculares y en la reducción de los fenómenos oxidativos, responsables del envejecimiento del organismo.
Además, el uso de la cerveza como suplemento es recomendable también en la dieta de sujetos afectos de hiperlipemia (lípidos elevados en sangre), con el fin de mejorar los parámetros marcadores de estrés oxidativo que propician la progresión hacia la enfermedad aterosclerótica.
Fibra
La fibra soluble que contiene la cerveza evita el estreñimiento y contribuye a la disminución de la hipercolesterolemia. La ingesta normal recomendada de fibra dietética es de 30 gramos al día, de los que un tercio debe ser fibra soluble.
El consumo moderado de cerveza, con o sin alcohol, supone un 17% de la ingesta de fibra soluble, lo que la hace la bebida de mayor aporte de fibra en nuestra dieta.
Minerales
Su consumo moderado aporta a la dieta minerales como el silicio, un elemento que favorece los procesos de formación ósea. La cerveza contiene aproximadamente 36 mg/l de silicio biodisponible.
Otros minerales que contiene son magnesio, potasio y muy poco sodio.
Silicio
La cerveza contiene aproximadamente 36 mg/l de silicio biodisponible, elemento esencial que participa en los procesos de calcificación y, posiblemente, en el tejido conectivo.
De hecho, el silicio no sólo inhibe la pérdida de hueso, sino que además, incrementa la densidad ósea al promover la formación de colágeno.
Algunas investigaciones científicas sugieren que el silicio es capaz de interferir en la cinética del aluminio, un metal que ejerce efectos oxidativos sobre el cerebro.
Concretamente, podría ayudar a prevenir la absorción del aluminio a nivel gastrointestinal y a limitar su reabsorción a nivel renal.
El riesgo de sufrir un infarto puede ser entre 40 y 50% más bajo en las personas que beben alcohol de forma moderada, siempre que se trate de individuos adultos, sanos, que no consuman fármacos con los que el alcohol pueda interferir.
Concretamente, en los bebedores moderados la incidencia de cardiopatía isquémica (angina de pecho e infarto), hipertensión arterial, accidente vascular cerebral y diabetes mellitus, es inferior.
Además, el alcohol, en cantidades moderadas, aumenta el colesterol asociado a las lipoproteínas de alta densidad HDL (colesterol bueno), en relación al nivel habitual que se da en personas abstemias. Este aumento del “colesterol bueno” reduce los riesgos de enfermedades y accidentes cardiovasculares.
El consumo moderado de etanol inhibe de forma aguda el proceso de reabsorción ósea, mediante un mecanismo independiente de la estimulación de la producción de calcitonina y la reducción de la hormona paratiroidea sérica. Cada vez más datos avalan que el consumo de ligero a moderado de cerveza puede reducir el riesgo de fracturas y osteoporosis.
Junto con el café, los plátanos, el agua, las judías verdes y las espinacas, entre otros alimentos, la cerveza es una de las principales fuentes de silicio en nuestra dieta.
Maltodextrinas
La cerveza contiene maltodextrinas naturales, carbohidratos complejos de absorción lenta que se metabolizan liberando progresivamente unidades de glucosa, lo que ayuda a evitar hiperglucemias e hipoglucemias reactivas.
En nutrición deportiva, las maltodextrinas facilitan una adecuada hidratación en competiciones de larga duración.
¿El motivo? Las propiedades de sus ingredientes, el bajo contenido alcohólico y sus características organolépticas permiten, según una investigación del CSIC y la Universidad de Granada, que sea una buena bebida para recuperar el metabolismo hormonal e inmunológico de los atletas después de hacer ejercicio.
Así, además de todas estas características, sobresale que para nuestro país es uno de los principales motores de la economía, impactando desde agricultores, transportistas e industriales, hasta puntos de venta, así como restaurantes y centros de recreación y esparcimiento.
En este sentido, México es el principal exportador y cuarto productor a nivel mundial (13.6 millones de hectolitros exportados de enero a abril de 2019), con presencia en al menos 180 naciones; generando así, más de 55 mil empleos directos y otros 2.5 millones de indirectos gracias a 31 plantas ubicadas en Aguascalientes, Baja California, Ciudad de México, Coahuila, Chihuahua, Estado de México, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Sinaloa, Sonora, Veracruz y Zacatecas.
Con información del Consejo de Investigación sobre Salud y Cerveza de México
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