Aunque la Perestroika buscaba reformar a su país para fortalecerlo, involuntariamente Mijaíl Gorbachov acabó con la Guerra Fría
Hace casi 30 años el comercial de una conocida marca de zapatos mexicana filmado en la Plaza Roja de Moscú causó sensación, al ser un hito en una nación hasta entonces socialista y que por décadas había estado cerrada para todo lo que proviniera de Occidente o del sistema capitalista.
La línea de zapatos llevaba el sutil nombre de Perestroika, como el proceso de reformas impulsado por Mijaíl Gorbachov, elegido como jefe del Estado en 1989 y el primer presidente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), el Estado federal de repúblicas socialistas que existió entre 1922 y 1991 en la zona de Eurasia.
Con la reciente caída del Muro de Berlín que daba cuenta final al periodo de Guerra Fría, la Perestroika consistía en una serie de reformas que comenzaron a gestarse a mediados de los años 80 en Rusia con el objetivo de movilizar las estructuras económicas y hacer más participativo el socialismo soviético, reactivando de esta forma la economía, alcanzado así la paridad con Occidente.
La Perestroika, que en ruso significa reestructuración tuvo entre otras consecuencias el colapso del sistema socialista, el final del gobierno de Gorbachov y la desintegración de la URSS en una serie de repúblicas independientes.
Entre las medidas tomadas, estaba el convertir el sistema de gestión centralizada en uno más descentralizado y adaptado al mercado moderno, permitiendo una cierta autonomía local, y desarrollando un programa especial para modernizar la industria de ingeniería y los modelos de gestión económicos, que habían sido descuidados.
También se impulsaba liberar la economía, permitiendo a las empresas tomar decisiones sin consultar a las implementes autoridades, mejorar el rendimiento del trabajador y la calidad de los productos, fomentando la hasta entonces vetada empresa privada y las sociedades conjuntas con un número limitado de compañías extranjeras, impulsando así la inversión.
Poco a poco, sin una discusión previa de las medidas a tomar, se fue permitiendo la entrada de capital extranjero, acercándose al modelo capitalista mediante la paulatina introducción de contratos individuales en fábricas y haciendas colectivas, vendiendo una gran cantidad de las empresas estatales, así como la adopción de un sistema bancario nuevo.
En materia social, pretendía elevar el nivel de vida de la población con acciones como terminar con la escasez de productos alimenticios e industriales, mejorar los servicios públicos, democratizar las relaciones económicas y políticas, crear las condiciones para la libre expresión de todos los grupos sociales, así como ampliar los derechos y libertades personales.
Igualmente se pretendía luchar contra la corrupción, así como reducir el alcoholismo y el ausentismo laboral.
Estuvo compuesta por dos etapas, el Glasnot (transparencia, apertura), que se vio condicionada por una mayor cobertura a la prensa para referirse a los aspectos de la reforma, transparencia informativa, y una segunda etapa dirigida a los cambios en el sistema político y el orden constitucional en la URSS, modificando el papel de los soviets, las estructuras de los órganos máximos del poder estatal, del sistema electoral y también se delimitaron las funciones del Estado y del Partido Comunista.
Sin embargo, la Perestroika trajo entre otras consecuencias el incremento de los sueldos y la necesidad de subvención provocó inflación y escasez, por lo que el erario disminuyó; además que la Ley de Empresa anuló el control sobre los recursos en una economía que se había basado en la repartición de las ganancia obtenidas por todo el sistema, hecho que provocó la reducción de inversiones.
Así, al final del periodo de Gorbachov como presidente, la restructuración comenzaba a recibir críticas tanto por los que pensaban que las reformas se aplicaban demasiado lento como por quienes temían que estas destruyeran el sistema socialista, conduciendo al país a la decadencia.
Para el 18 de agosto de 1991 empieza un intento de golpe de Estado a manos de los altos cargos del Partido Comunista, tratando de boicotear un tratado que diera paso al autogobierno de las repúblicas de la Unión Soviética, pero éste fracasó debido a la pasividad de altos dirigentes militares y a la actitud de Boris Yeltsin, presidente de la Federación Rusa.
Tras esto, muchas repúblicas federadas de Europa del Este declararon su independencia, conduciendo a la disolución de la URSS el 25 de diciembre de 1991, día en que Gorbachov renunció a su cargo y Yeltsin se convirtió en su sucesor, siendo el primer presidente de una recién fundada República Rusa; cambiando radicalmente lo que hasta entonces había sido el orden mundial.
Sin embargo, como la URSS terminó dividiéndose en varias repúblicas, estas tuvieron sus bancos propios y los créditos ilimitados terminaron por poner en crisis los cambios implementados por Gorbachov, y para 1992 los precios se liberaron, haciendo que el nivel de vida se redujera y los salarios variaran radicalmente de una región a otra, dando paso a una nueva clase social: los ricos, cuyos ingresos no provenían del trabajo sino de otras fuentes, no siempre legales.
Para 1993, un tercio de la población no tenía suficientes recursos para subsistir y en la Europa de los Balcanes se vivía una guerra, serie de conflictos en el territorio de la antigua Yugoslavia.
Así, este fue el papel de Mijail Gorbachov con su característica mancha en el cráneo, en uno de los procesos históricos de mayor impacto en la historia del mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial, conflicto bélico del que fue testigo siendo hijo de un héroe de la Unión Soviética que recibió la Orden de Lenin.
Que por cierto, nació un 2 de marzo como hoy pero de 1931, teniendo una infancia dura que explicaría sus deseos de reformar a su país para fortalecerlo, aunque involuntariamente acabó con la Guerra Fría y dio paso a la reunificación alemana, se dice que por un error de traducción a una declaración suya por parte de un periodista.
Contenido relacionado
Trauma y dolor entre berlineses al conmemorar el levantamiento del muro de Berlín