¿Quieres ser un auténtico mexicano? Despídete de los tacos de carnitas, las cenas con pan dulce, de la avena en las mañanas, de las zanahorias con chilito
En la era de lo políticamente correcto hay quienes intentan atraer los reflectores con discursos que nos invitan a hacer patria rechazando lo ajeno para volver a lo propio. Argumentos que nos invitan a dejar de comer tacos de carnitas pues así festejamos la caída de la Gran Tenochtitlán, como nos los hizo ver la senadora Jesusa Rodríguez.
Una dieta violenta que desde 1521 el invasor del viejo continente impuso a los indígenas quienes inteligentemente acompañaron esto con tortilla. Entonces, bajo esta idea ¿seremos más mexicanos si hacemos a un lado lo que España trajo a México?
Pues agárrense, porque ahí les va la lista. ¿Quieres ser un auténtico mexicano? Despídete de las cenas con pan dulce, de la avena en las mañanas, de las zanahorias con chilito saliendo de la secundaria. Adiós a las limonadas y naranjadas. Y aunque nos duela se acabaron las fiestas con cerveza, ron y vino. Es más, no más martinis con aceituna, ni uvas para cerrar el año.
Huevos por la mañana, prohibido. Ni huevos, ni gallinas. Se acabaron las carnes asadas con queso de cabra para los tacos. Olvídate de los paseos a caballo por La Marquesa. Y señores campesinos, a jalar el arado, pues mulas, burros y bueyes enaltecen la conquista.
Pasear a los perros, imposible, acariciar a los gatos, tampoco. Si acaso un Xoloescuincle pero tomando en cuenta la escasez de carne, incluso para los tacos al pastor, yo que ustedes no me encariñaba tanto con estos canes pelones. Y así todo lo traído por el imperio español, quien desde 1521 y hasta 1824 puso la reglas en esta tierra.
¿Cómo ven, le entran al nuevo México? O mejor pensamos en uno más evolucionado. Ese que busque la transformación con equidad y mejores oportunidades de desarrollo en busca de progreso. Dirigir los principios que nos hicieron independientes hacia la enseñanza y cultura. Usando como arma la educación y la fuerza de las multietnias.
En donde el mestizaje sea visto como algo positivo que nos de diferencia y diversidad. Una nueva identidad nacional salida de la mezcla de pueblos de todo el mundo. En donde lejos de cerrarnos, abramos puertas a una sociedad donde todas las personas puedan contribuir sin importar su origen.
Una idea que no es mía, de hecho, ni siquiera es nueva, viene de principios de siglo, pensada, vivida y estructurada por alguien a quien deberíamos conocer mejor. Quizá si leemos a José Vasconcelos sepamos qué hacer con la mariguana, las oreo y en una de esas, el clítoris.
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