Si alguien está acostumbrado a resolver sus problemas comiendo, seguramente va a ganar peso con el confinamiento.
En México, el sobrepeso y la obesidad se ha triplicado en las últimas dos décadas y se estima que el 75,2% de la población adulta sufre de esta otra epidemia, según la última encuesta de Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut).
El confinamiento y la incertidumbre provocada por la pandemia dejarán huella en la báscula de los mexicanos. Un promedio de 8,5 kilogramos extra y un incremento de los índices de sobrepeso y obesidad, según los expertos e informes consultados, será la factura que pagarán los ciudadanos por estos meses de semáforos rojos y naranjas, donde se acumulan las pérdidas, los problemas económicos y el estrés.
En el estudio Acciones e intervenciones para la pérdida de peso, publicado por la multinacional de investigación de mercados Ipsos, un grupo de científicos exploraron los hábitos alimenticios y de ejercicio en 30 diferentes países durante la pandemia de coronavirus.
Según sus hallazgos, los mexicanos son los que más han ganado peso durante la pandemia, pues en promedio ganaron 8,5 kilos. Sigue Arabia Saudita con ocho kilos; Argentina con 7,9 kilos y Perú con 7,7 kilos. El promedio mundial es de 6,1 kilogramos extra.
De acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México es el país de América Latina que tiene la mayor tasa de sobrepeso y obesidad entre su población, lo cual ha desencadenado otros padecimientos, como la hipertensión y la diabetes.
Los expertos auguran un incremento de la prevalencia del sobrepeso y la obesidad, pues lo que subimos de peso durante el confinamiento, tardaremos meses en volver a bajarlo. La OCDE estima que para 2030, el 40% de los adultos mexicanos tendrá obesidad.
“En mayo de 2020 me enfermé de covid. Tuve complicaciones y me dio una depresión muy fuerte al ver que muchos de mis compañeros de trabajo se estaban muriendo por la pandemia. El coronavirus me dejó secuelas a nivel respiratorio y ahora no puedo hacer mucha actividad física. De hecho hasta hacer mis labores en casa me cuesta mucho trabajo porque me sofoco. Desde ese momento a la fecha subí más de 20 kilogramos”, cuenta Alejandra Calette, de 39 años.
Un artículo publicado por The British Medical Journal (BMJ) señala que existe evidencia creciente que indica que la obesidad es un factor de riesgo para enfermedades graves y muerte por covid 19.
Según los investigadores, “múltiples mecanismos podrían explicar la relación entre obesidad y coronavirus, entre ellos la enzima convertidora de angiotensina-2 (ACE-2), es decir, la transmembrana que el SARS-CoV-2 usa para la entrada celular, y que existe en grandes cantidades en personas con obesidad”.
Durante los primeros meses de la llamada Jornada Nacional de Sana Distancia — un paquete de medidas impulsadas por la Secretaría de Salud para prevenir la propagación de la epidemia, que comenzó hace un año, el 23 de marzo de 2020— se registraron cambios en los hábitos alimenticios de los mexicanos.
Por poner algunos ejemplos, durante el confinamiento, aumentó el consumo de bebidas alcohólicas hasta en un 300%, respecto a 2019, según los encargados de tiendas especializadas como La Europea o Bodegas Alianza.
También las harinas preparadas, los congelados, los refrescos y los aderezos registraron un incremento en las ventas hasta en un 20%, de acuerdo con datos de Nielsen México y de la Cámara Nacional de la Industria de Conservas Alimenticias (Canainca).
“Como muchos de mis pacientes comenzaron a trabajar desde casa, eso les permitió tener mejores hábitos y por consiguiente bajar de peso. Eso pasó mucho en personas que comían en restaurantes o que viajaban mucho y no tenían rutinas. Un 30% del total de mis pacientes. Está el otro 70%, que subió de peso, ellos redujeron su actividad física habitual. Y luego, obviamente, estar tanto tiempo en casa y tener la comida disponible hizo que incrementara su ingesta calórica, eso sumando el factor de la ansiedad y la incertidumbre”, cuenta Cristina Shaw, Maestra en Nutrición Clínica.
Y es que comemos y bebemos más y peor en situaciones límite. Las emociones juegan un rol en la elección, calidad y cantidad de alimentos ingeridos.
Un estudio del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) dice que comer puede reducir las emociones negativas y puede ser una forma de evadir de la realidad. Si alguien está acostumbrado a resolver sus problemas comiendo, seguramente va a ganar peso con el confinamiento.
Contenido relacionado:
Gobierno de México descarta un alza en impuestos para combatir sobrepeso y obesidad
AFG