México ocupa el segundo lugar en Latinoamérica con mayor índice de homofobia, y sin importar la edad, la comunidad de la diversidad sexual es estigmatizada
Cuando hablamos de personas adultas mayores, poco nos detenemos a pensar en quiénes conforman este sector de la población, damos por hecho la imagen estereotipada que tenemos tan arraigada de “el abuelito y la abuelita” (la pareja heterosexual) que ni si quiera nos pasa por la cabeza el que pueda existir una opción diferente.
Cabe mencionar, para empezar, que no todas las personas mayores son abuelos o abuelas y cuanto menos heterosexuales, por eso es importante dar un vistazo al tema de la vejez de las personas LGBTTTIQ.
México ocupa el segundo lugar en Latinoamérica con mayor índice de homofobia, bifobia y transfobia, es importante mencionarlo ya que, sin importar la edad, la comunidad de la diversidad sexual es señalada y estigmatizada.
Por su parte, del total de la población adulta mayor que existe en México, se calcula que alrededor del 10% pertenece a la comunidad LGBTTTIQ, se caracteriza por ser la más vulnerable, ya sea por abandono social, falta de atención médica y medicamentos o carencia afectiva.
Al respecto Fernando Rada Schultze, investigador del CONICET y FLACSO señala que las personas mayores de esta comunidad “sufren una triple discriminación: por edad, género y clase social”.
Muchas personas mayores homosexuales ocultan sus preferencias la mayor parte de su vida debido al rechazo social y/o de su propia familia.
En el caso de los transexuales, algunos cuando mueren, son enterrados bajo la identidad con la cual no estaban conformes, o bien, muchos otros se ven obligados a asumir el rol heteronormativo impuesto por la sociedad en determinadas situaciones, como el hecho de entrar a alguna casa de día o alguna estancia, por el temor a ser señalados o discriminados.
Aún existen pocos estudios sobre personas mayores de la diversidad sexual. En las fiscalías otorgan poca relevancia a la orientación sexual y sólo se menciona un posible crimen de odio en 10 % de los casos.
Es por ello que urge garantizar el respeto a los miembros de la comunidad LGBTTTIQ de cualquier edad.
La inclusión en el tema de la diversidad tiene aún muchos pendientes que revisar. En el 2017 se registraron más de 25.000 muertes violentas, la cifra más alta en los últimos 20 años, según el informe de la ONG Letra S.
Afortunadamente no todo es malo en este panorama, el tiempo pasa y con él surgen propuestas que ayudan a crear un clima de armonía entre la sociedad, aunque sea sólo en ciertos espacios.
Ejemplo de ello es la Casa de día Vida Alegre fundada por Samantha Flores, un espacio dedicado a las personas adultas mayores LGBTTTIQ. Sin embargo, de manera azarosa, también se han incorporado personas heterosexuales, quienes han aprendido a conocerse y solidarizarse con personas de la diversidad sexual mediante sus vivencias.
El equipo de voluntarios de Vida Alegre promueve la retroalimentación personal y la convivencia respetuosa de todos sus integrantes, sin importar la orientación sexual, como lo señala el Padre Erick, miembro del equipo, “la casa de día está abierta para que cualquier persona se sienta libre de discriminación”.
Muestra de ello es la historia de Anel Flores, técnico electricista de 65 años, quien ha vivido gran parte de su vida como trasvesti:
“Cuando era niño y jugaba con mi prima, ella me decía que quería una hermana para jugar y yo entraba en su juego. Me ponía vestidos y zapatillas, y jugaba con ella, pero cuando mis primos me veían empezaba el problema, me agredían y se burlaban de mí.
Tiempo después cuando mis padres se separan, vivo con mi mamá y con otras mujeres, y empiezo a sentir gran atracción por la presencia femenina: la ropa, los perfumes y las medias.
Arturo Arcos, psicogerontólogo comenta que “Existen estereotipos muy marcados en las personas mayores. Es muy difícil que una persona mayor de la diversidad sexual pueda participar en una clase de tejido, baile regional o bisutería por el prejuicio social que existe”.
En la vejez los roles de género deberían ser menos rígidos y cambiantes, pues lo que es considerado femenino y masculino también cambia. En este sentido tenemos que revalorar nuestras actividades diarias y darles un significado social incluyente.
Vida Alegre invita a las personas mayores de la diversidad sexual que han sido víctimas de represión, a participar en las distintas actividades: ayuda psicológica, consultas médicas, un cine club, un taller de meditación y los domingos, una misa de culto ecuménico.
Para lograr una transformación social, es urgente abrir espacios que promuevan la convivencia armónica y el respeto entre personas mayores con diferente orientación sexual; buscar alianzas entre instituciones gubernamentales y asociaciones civiles que respeten sus derechos fundamentales en salud, educación y trabajo, y consolidar estrategias sociales que promuevan entornos cada vez más incluyentes.
Con información del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores
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