En República Dominicana, cientos de haitianos acuden al Vertedero Duquesa para buscar algo de alimento y así poder subsistir.
En República Dominicana, cientos de haitianos acuden al Vertedero Duquesa para buscar algo de alimento y así poder subsistir.
El hedor no les impide trabajar, comer y descansar entre los desperdicios. La llegada de cada camión de basura que llega a tirar los desechos, supone para haitianos y dominicanos recursos para comerciarlos, entre ellos, recogen: plásticos, metales, calzado y prendas de vestir.
El hierro se vende por kilo.
Explicó uno de los que terminaba su jornada a un medio local.
El trabajo no distingue entre sexo o edad, tanto hombres, mujeres y niños compiten entre ellos por hallar objetos de valor. Incluso, la rivalidad ha dado pie a riñas sangrientas, según confesaron.
Una joven, alegre por su encuentro aseguró “Esto ta’ bueno”, refiriéndose a paquetes con cabello, que probablemente provenían de algún salón de belleza.
En cuando se agotan, una pila de basura les sirve como cama. Buscan la más pequeña y menos húmeda.
Por increíble que parezca los rellenos sanitarios guardan un “área de comida” visiblemente más ordenada que el resto. En ella, señoras cubriéndose del sol con sus paraguas, venden alimentos.
El menú ronda entre los 15 y 20 pesos, precio accesible para los clientes que no son bien remunerados. Por esta cantidad, pueden consumir yaniqueques, yuca, plátanos o huevos hervidos.
La oferta para bebidas comprende funditas de agua y refrescos, que se mantienen frescos gracias a las termo-neveras.
Es así que, entre riñas, condiciones insalubres y pobreza que el sector marginado vive en Duquesa. Ellos consideran que sus posibilidades se reducen a ese lugar, pues lo único que saben hacer al haber abandonado la escuela.
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