¿Tienes unos kilitos de más? Te tenemos una recomendación para perderlos: deja de respirar. Sí, así como lo leíste.
El olor es una parte fundamental para el disfrute de una buena comida. Lo que no sabíamos hasta ahora es que también representa un factor crucial para que el cuerpo almacene las calorías que ingerimos, apunta un nuevo estudio. Es decir, según unos investigadores de la Universidad de Berkeley, California, Estados Unidos, oler la comida también engorda.
Para llegar a esta conclusión, los científicos realizaron una serie de experimentos en ratones. Primero los manipularon genéticamente para reducir sus capacidades olfativas, después los alimentaron con comidas ricas en grasa para poder comparar su evolución con la de otros roedores normales que siguieron la misma dieta o alimentación.
Tres semanas después, los analistas se llevaron una increíble sorpresa al verificar el peso de los dos grupos y vieron que los ratones con menos olfato aumentaron solo 10% su peso, mientras que los que mantenían un olfato normal doblaron su masa corporal y ganaron hasta 100% de peso.
También analizaron el caso de ratones obesos sin olfato, que llegaron a perder peso y restablecieron su masa normal a pesar de seguir la misma dieta con alto contenido en grasas.
Para reforzar los resultados, los investigadores se asociaron con expertos de Alemania que cuentan con una cepa de ratones con ‘superolfato’.
El experimento demostró que estos también ganaron todavía más peso que los ratones normales, aun comiendo la misma comida.
Estos hallazgos demuestran, que el olor de lo que comemos puede jugar un papel muy importante en cómo el cuerpo procesa las calorías: al no oler la comida, el cuerpo podría quemarlas más rápidamente en lugar de almacenar reservas.
Sus conclusiones apuntan a una conexión entre el sistema olfativo y las regiones del cerebro que regulan el metabolismo, en particular el hipotálamo, aunque gran parte de los mecanismos de estos circuitos neuronales siguen siendo todavía desconocidos.