Unos cuantos días después de la boda, llegó el contrato de obediencia. Así es, una mujer española aceptó un contrato de obediencia poco después de haberse casado con un “Macho Alfa”.
El “Macho Alfa” quien así se autodenomina en el documento, estipuló únicamente cuatro clausulas, mismas que resuelven cualquier tipo de problema o circunstancia que se pudiera presentar durante el matrimonio.
Con todo y eso, la unión duró cuatro años; después de ese tiempo y tres hijos de por medio, la mujer decidió comenzar los trámites de divorcio, luego de que su esposo se ausentó un día completo de casa.
Estos son los puntos que incluía el contrato:
Uno. No abandonaré el hogar por un plazo de 24 horas, en caso contrario, pa’ Posadas con lo puesto.
Dos. Acataré las órdenes del macho alfa, si no son coherentes, lo denuncio y no pasa nada.
Tres. En caso de que me ponga loca y haya terceras personas (niños) serán de índole exclusiva del macho alfa.
Cuatro. Si no estoy de acuerdo con algo, se aplicará cualquiera de los tres capítulos anteriores.
Ahora se disputan la custodia de los hijos en Posadas, España, en donde la mujer y su abogado interpusieron una demanda por delito de coacciones y violencia de género, mientras que el “Macho Alfa” en cuestión dice que el contrato es falso, pues no está firmado ni fechado.