Con reconocidos participantes, las Galas de El Placer de la Lectura hicieron honor a su nombre y abrieron el ciclo de charlas sobre esta actividad como detonador de emociones subversivas
El alma movida, llevada a otro lugar, es una de las consecuencias de la lectura, particularmente la que estimula la imaginación, como dijo la escritora argentina Luisa Valenzuela en la apertura de las Galas de El Placer de la Lectura, donde una de las reglas del diálogo fue hablar más de los autores participantes como lectores.
Así como Valenzuela se transportó a su infancia, en la que le leían cuentos de terror en los primeros cinco años para asustarla y que abriera la boca para lograr meterle un bocado de comida, debido a su carácter remilgoso con los alimentos, la escritora chilena Marcela Serrano también viajó a su niñez, cuando se trasladaba en compañía de sus padres durante meses a una casa de campo donde no había luz ni radio, y mucho menos televisión, un lugar donde su única compañía, además de perros y caballos, eran los libros, entre ellos el de Mujercitas, que fue el primer libro que recuerda haber leído completo.
El orden al bate espectacular de participantes, como lo definió el moderador Julio Patán, se completó con Pere Estupinyà y Patricio Pron, quienes hablaron de sus acercamientos a la lectura, en el caso de Pere mediante libros de hobbits, y de Pron, con los cómics y de las novelas de corte político, debido a que sus padres eran periodistas y activistas, de modo que José Martí y Mao Zedong se encontraban entre sus primeras lecturas.
En el mismo tenor de la lectura como acto político, Valenzuela destacó que durante la dictadura los militares incrementaban su agresividad, al irrumpir en una casa donde había una biblioteca, no sólo porque evidenciaba su ignorancia, sino porque el solo acto de leer es subversivo, porque “con los libros aprendemos a ver lo subyacente, a no dejarnos engañar por los mensajes falsos y a cultivar la empatía”.
Pron también se dejó atrapar por el misterio de los libros cuando veía a sus padres ensimismados y divertidos entre las páginas, y por la lectura rebelde cuando descubrió en los catálogos de ciertas bibliotecas que había registros de libros que ya no se encontraban, es decir, que habían sido destruidos porque alguien quería que no se leyeran.
En algo que coincidieron todos es que leer, desde muchos puntos de vista, no es bueno: es malo para el control de los gobiernos totalitarios y peligrosos para la mente porque la impulsa a la libertad, aunque “me pregunto cómo pueden ser capaces de entender la naturaleza humana las personas que no leen”, dijo Marcela Serrano.
Entre sus recomendaciones literarias para despertar el amor a la lectura se encontraron autores como Emilio Salgari, Alessando Baricco, Julio Verne, Jane Austen, Louisa May Alcott, Leonardo Padura, y las novelas gráficas o cómics que formaron parte de la infancia y adolescencia de algunos de ellos.
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