A pocos días de iniciar la nueva legislatura, el oficialismo, una vez más, nos muestra de lo que es capaz. Chantaje, extorsión, secuestro; si con esto tuercen a nuestros legisladores, ¿que nos depara como humildes mortales? El abuso del poder demostrado en la aprobación de la reforma judicial es una probadita del carácter político que ostenta el gobierno entrante, quizás el más autoritario en la historia moderna de México.
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Independientemente del debate ideológico que se pudo haber presentado, esta reforma ahora por siempre estará manchada por la desfachatez con la que consiguieron su aprobación. Como de película, a pocas horas de votar la iniciativa, el partido oficialista necesitaba un voto para materializar el proyecto más trascendente de los últimos 30 años. Esta reforma, que arranca las raíces de la autonomía, que aniquila la carrera judicial, que cambia la naturaleza del régimen político mexicano, se aprueba en una noche negra para la historia de México. Una noche donde sistemáticamente se fue detrás de los rivales más débiles. Los primeros en caer, siendo del ya difunto PRD, a quienes se les aconsejó fuertemente para brincar de barco, luego se privó de la libertad al padre de un Senador de Movimiento Ciudadano y se roció con gasolina a otro. Por último, al Senador Miguel Ángel Yunes Marquez del Partido Acción Nacional, se le amenaza con órdenes de aprehensión para él y toda su familia. Con estas maniobras, el gobierno entrante consigue doblar a los legisladores necesarios para pasar su capricho.
A diferencia de muchos opinólogos de oposición, yo no culpo a los legisladores que se voltearon o se ausentaron. Las presiones ejercidas contra su voluntad política fueron de un inhumano calibre. MORENA y sus aliados tuvieron que escarbar en lo más profundo de la basura para conseguir su cometido. Bajo esas circunstancias, la derrota no es para la oposición política de México, es decir, no para unos cuantos partidos de color, sino para México como país y para el progreso de nuestro capital moral.
Esta reforma no le va a dar al país una justicia más cercana, ni va a fortificar los derechos del pueblo bueno y honrado. Al contrario, va a generar turbulencia y alentar el abandono de la inversión extranjera. Va a generar una incertidumbre jurídica de tamaño colosal. Bien dijo Jesús Silva-Herzog, “se está inaugurando un tribunal de la santa inquisición para castigar a los jueces que se atreven a apartarse de la línea oficialista”. Con esto hemos perdido la última plataforma institucional que podía regular al grupo gobernante. El árbitro se ha puesto la camisa guinda.
Al final el aún Presidente, Lopez Obrador, tiene razón, no son iguales, son peor. Esta forma de conseguir la mayoría calificada no es más que un anticipo de la manera en que la nueva hegemonía va a ejercer su poder sin restricción. En una fatídica reunión consumada el martes previo a la votación, vimos la intervención de nada más y nada menos que Audomaro Martinez Zapata, lanzando acusaciones gravísimas hacia Yunes Márquez, desde peculado y tráfico de influencias hasta pederastía, haciendo alusiones claras a la investigación de Lydia Cacho en Los Demonios del Edén y un transcript de Elba Esther Gordillo donde se le vincula a un departamento multimillonario en Nueva York adquirido con contribuciones del SNTE cuando el padre del Senador, Miguel Ángel Yunes Linares, fungía como director general del ISSSTE.
La izquierda fatalista llamaría “justicia poética” que uno de los más grandes antagonistas del presidente Lopez Obrador se convierta en el salvador su reforma más importante. Que la arrogancia y la rapaz corrupción del régimen pasado sea el pecado por el cual trascienda un nuevo sistema de justicia. Sin embargo, un experimento de justicia no justifica los horrores con los cuales se consuma la reforma.
Las cosas como son, estamos viendo al jefe del aparato de inteligencia del Estado involucrado en una negociación partidista. Si las fuerzas oficialistas lograron la mayoría calificada fue después de utilizar toda la maquinaria estadista para corromper, intimidar, y doblar hasta quebrar a la oposición legisladora.
Hoy es un día denigrante para la democracia Mexicana. Confirmamos que el soborno, la extorsión y el tráfico de influencias son elementos intrínsecos a la cultura política de nuestro país. Al felicitar a sus legisladores, la presidenta electa hace suyos los verdaderos demonios del Edén, siempre y cuando contribuyan a su causa. Al celebrar su triunfo, los legisladores del régimen se revuelcan en el mismo pantano que prometieron drenar.