Como buen lagunero, Salvador no se rinde y ha buscado otras formas de ingreso creando coloridos cubrebocas con las telas de los trajes típicos
Salvador Rodríguez es proveedor de trajes regionales para el Mercado de La Lagunilla, sus mejores meses de venta son mayo y septiembre, ya que en esas fechas los festivales del Día de la Madre y el nacionalismo del mes patrio hacen que la demanda de vestidos típicos se incremente, pero desde marzo sus ventas simplemente se desplomaron.
Él junto con más de 5 mil familias se quedaron sin una fuente de ingreso luego de que las autoridades mandaran cerrar todos los mercados de la ciudad ante la pandemia por Covid-19.
“Nosotros fabricamos ropa típica regional de Veracruz, Sinaloa, Aguascalientes, Nayarit, etcétera, y faldas de danza. Ya llevamos más de 4 meses sin trabajo”, comparte mientras señala que el cierre del mercado provocó que su familia, originaria de Tlaxcala, se quedara sin un sustento fijo.
Por décadas, el tradicional Mercado de La Lagunilla ha vestido a bebés para bautizos, infantes para sus primeras comuniones, niños para festivales escolares y patrios, quinceñeras que son presentadas en sociedad, novias y estudiantes de danza que buscan entre sus pasillos, atuendos de buena calidad a los mejores precios.
No obstante, todo este sector se fue fuertemente afectado con el cierre de sus más de 1,200 locales.
Para pasar estos meses, Salvador y su familia han tenido que vender dos máquinas de costura con las cuales creaban los trajes típicos.
“Empeñamos cosas, vendimos cubrebocas, para poder sobrellevarla. Pero ya es insostenible la economía”, narra.
Como buen lagunero, Salvador no se rinde y ha buscado otras formas de ingreso adaptando las telas que le quedaron a coloridos cubrebocas que vende a precios accesibles, buscando con ello cuidar la salud de las personas al mismo tiempo que enaltece los colores mexicanos.
“Algunos familiares nos han apoyado económicamente para comprar unas despensas, y con la tela que teníamos pues también hicimos cubrebocas para vender”, señala mientras lamenta que las autoridades no se hayan acercado a los cientos de locatarios que fueron considerados como “no indispensables” y cuyas fuentes de trabajo cerraron.
El pasado 2 de julio, las autoridades de la Ciudad de México iniciaron el cambio a semáforo naranja con lo que varios locales y mercados pudieron volver a levantar sus cortinas, sin embargo este pequeño taller familiar tendrá que esperar para poder invertir en nuevo material y surtir a los negocios de la Laguinilla.
“A nosotros todavía no nos piden mercancía, porque apenas van a esperar a vender para poder comprar, y como se les quedo toda la mercancía de las temporadas que venían… nosotros tendremos que esperar unas 2 semanas más”, destaca poniendo su esperanza en el mes septiembre.
Deseando que el patriotismo y la solidaridad mexicana lleguen antes de septiembre, y nos unamos para apoyar a los sectores más golpeados por la pandemia, te dejamos los datos de Salvador para que conozcas más de su trabajo y puedas adquirirlo, sólo PULSA AQUÍ.
Contenido relacionado
Hilda, la economista que impulsó su negocio independiente en plena pandemia #VamosContigo
NCV