Los mesoamericanos consideraban a los alimentos como medicinas, pues tenían una gran diversidad climática que les proveía de recursos
Aunque de forma estricta el té sólo se prepara con la hoja del arbusto asiático del mismo nombre, en México se conoce con este nombre a cualquier infusión de frutos, hierbas aromáticas, flores, raíces, cortezas, cáscaras y hojas.
La verdadera tradición del té y cultura encuentran su origen en China, que se expande a otros países como Japón, Turquía, la India, Marruecos, por mencionar algunos. Tanto cultural como botánicamente se le denomina al té sólo a aquella infusión que proviene de la Camelia sinensis, por lo que si bien el té es una infusión, no todas las infusiones pueden ser té.
Aun con esta precisión, es importante conocer la herbolaria heredada desde la época prehispánica hasta nuestros días. Los mesoamericanos consideraban a los alimentos como medicinas, pues tenían una gran diversidad climática que les proveía de recursos de flora y fauna que, sumados a la sabiduría cultural, permearon un gran saber y uso medicinal.
Nezahualcóyotl mismo expresaba “¡Lo he comprendido al fin: oigo un canto; veo una flor: oh, que jamás se marchiten!”, pues reconocía la importancia de su entorno natural con el saber botánico del pueblo.
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Después de la Conquista, fueron los religiosos quienes, interesados por reunir estos conocimientos redactaron manuscritos, como el Libellus de medicinalibus indorum herbis, que es conocido como el Códice Badiano y que recopila “las hierbas medicinales de los indios”, y el famoso Códice Florentino o Historia general de las cosas de la Nueva España, de Fray Bernardino de Sahagún.
Gracias a estos compendios es que en este punto de la historia las infusiones ahora permanecen en la dieta del mexicano, resultado del mestizaje y adaptación de plantas tanto autóctonas de México como de Europa y Asia, de las que se estiman existen más de 250.
En ese sentido, de las autóctonas u originarias de México están el cuachalalate, infusión para las úlceras por su propiedad cicatrizante; la damiana, por cocimiento se usan las flores y las hojas como desinflamatorio y un excelente afrodisíaco.
Además, la flor de manita (de uso ritual), toronjil morado y flor de tila, que actualmente tratan enfermedades de los nervios y del corazón; además, el gordolobo, que resulta una infusión ideal contra la bronquitis y el dolor de garganta.
También las hojas de guayaba, que se beben para combatir el vómito y la diarrea; también el pelo de elote y cola de caballo, cuyo consumo ayuda a tratar problemas de las vías urinarias, así como del riñón.
Para quienes no lo sepan, también está la vainilla, cuya vaina en cocimiento ayuda contra las fiebres muy altas. El epazote también se puede beber, regula la menstruación y se bebe para expulsar parásitos intestinales. Finalmente, el yoloxochitl o flor del corazón, es una infusión que facilita la circulación sanguínea.
Cabe destacar que también hay infusiones extranjeras y adaptadas en México. Entre ellas está la flor de azahar, usada para tratar la presión arterial alta y darle sabor al pan de muerto; la manzanilla, hierbabuena y zacate de limón, cuyas infusiones tradicionales que combaten dolores de estómago; el zacate también se bebe para adelgazar y el romero, que alivia los dolores musculares.
De ellas no se puede dejar pasar el jengibre, es un tubérculo que en cocimiento da una infusión que estimula la digestión y ayuda a eliminar los gases intestinales; el eucalipto, que sana la bronquitis y cura úlceras tanto en boca como encías; finalmente, el fiente de león, infusión tónica, revitalizante, pero también laxante.
Es importante destacar que el consumo de plantas autóctonas y su conservación como especie es una tarea diaria. Actualmente, hay varias que se encuentran en peligro de desaparecer; como la flor de manita, la flor del corazón, la lechuguilla, el ixcate, el palo de Brasil, o la valeriana, ya que se prefiere usar otras plantas como la hierbabuena, la albahaca y el romero, porque además de medicina, sirven como condimento.
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CAB