Los mexicanos somos hermanos en la desgracia y nuestros peores enemigos. Una raza que se ríe de la muerte y obvio, la vida, se ríe de nosotros
Hoy los mexicanos recordamos una tragedia. Un trago amargo de hace 2 años y un recordatorio de hace 34. Un suceso que una vez más nos dejo la misma lección de siempre. Jugamos como nunca y perdimos como siempre.
Y es que, por algunos días fuimos la mejor sociedad del mundo. Pero y luego ¿qué nos pasó mexicanos?
Cuenta la leyenda que rescatistas japonés al llegar a brindar ayuda durante las labores de rescate en el sismo del 2017, quedaron impresionados por el nivel de organización social y la pronta acción ante una tragedia como la que estábamos viviendo.
Como si se tratara de una orquesta que se conociera de años, la sociedad estaba dando un ejemplo de civilidad. Quien no rescataba, entonces jalaba cuerdas para mover lozas enteras. Sino, formaba cadenas humanas para retirar escombros, repartir comida u organizar herramientas.
Las redes sociales eran una máquina perfecta de organización y resolución de problemas. E incluso por momentos hasta el ánimo parecía festivo, como una catarsis para no dejarnos vencer.
“¿Cómo es posible que con este nivel de organización México no sea potencia mundial?” decían los japoneses. La respuesta, ya nos la sabemos. Pues porque somos mexicanos.
Hermanos en la desgracia y también nuestros peores enemigos. Una raza que se ríe de la muerte y obvio, la vida, se ríe de nosotros.
La raza más chida. Esa que sabe que pocos podrán vencerla y quizá por eso se confía demasiado.
Quienes vivimos ambos temblores, vimos en este último la misma esperanza de cambio que nos emocionó la primera vez. Pero también, como quien ya perdió a un hermano por una enfermedad terminal, sabe como inicia la nueva historia y cómo será el triste final.
Aun así, desde aquí lanzo la petición de siempre. ¿Y si cambiamos mexicanos? Si cultivamos la denuncia, acabamos con la rapiña, evitamos la violencia y ayudamos a la infancia, como hoy, viralizamos la ayuda para un perro.
Sin partidos, sin clases, sin filias, ni fobias, simplemente por que queremos vivir bien.
Por los niños, por las madres, por los padres y por los hermanos que se fueron en estas tragedias. Por ellos que ya no están con nosotros y porque también es lo correcto, cambiemos a México y hagamos de este país un lugar como ninguno en el mundo.
Tenemos lo necesario para lograrlo, es cosa de que nos quitemos ese pasado que no nos deja avanzar, trabajemos en equipo y seamos ahora sí para siempre, un ejemplo de sociedad.
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