El tiempo que se pasa ante una pantalla por motivos recreativos retrasa la maduración anatómica y funcional del cerebro
Los dispositivos digitales están afectando gravemente, y para mal, al desarrollo neuronal de niños y jóvenes, y están convirtiendo a las nuevas generaciones en las primeras en presentar un retroceso cognitivo y de capacidad interactiva social y con el entorno natural.
Lo anterior lo dio a conocer el neurocientífico Michel Desmurget, en su libro “La fábrica de cretinos digitales”, en la cual aborda cómo los pequeños que tienen mayor exposición e interacción con dispositivos digitales a edades más tempranas comienzan a presentar retraso en su coeficiente intelectual.
En entrevista con BBC Mundo el también director de investigación en el Instituto Nacional de la Salud de Francia, señala que “simplemente no hay excusa para lo que les estamos haciendo a nuestros hijos y cómo estamos poniendo en peligro su futuro y desarrollo”.
A lo largo de más de cinco décadas los investigadores han observado en muchas partes del mundo que el coeficiente intelectual aumentaba de generación en generación, un efecto conocido como el ‘efecto Flynn’, en referencia al psicólogo estadounidense que describió este fenómeno.
Sin embargo, por primera vez en la historia, esta tendencia comenzó a invertirse en varios países.
“Sí. El coeficiente intelectual se mide con una prueba estándar. Sin embargo no es una prueba “congelada” (…) Mis padres no pasaron la misma prueba que yo, por ejemplo, pero se puede someter a un grupo de personas a una versión antigua de la prueba”, señaló.
El experto indica que el coeficiente intelectual se ve fuertemente afectado por factores como el sistema de salud, el sistema escolar, la nutrición y los niveles socioeconómicos.
No obstante, los llamados “nativos digitales”, es decir los niños que nacen con todo tipo de acceso a redes y medios de comunicación digital, tienen un coeficiente intelectual más bajo que sus padres, especialmente en países desarrollados como Noruega, Dinamarca, Finlandia, Países Bajos, Francia.
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Michel Desmurget advierte que el tiempo que un niño pasa frente a una pantalla puede afectar los principales fundamentos de la inteligencia como el lenguaje, la concentración, la memoria y la cultura, entendida como un corpus de conocimiento que nos ayuda a organizar y comprender el mundo.
Empero, aunque los dispositivos interfieren con el desarrollo de este tipo de inteligencias, también existen otras disminuciones referentes a interacciones sociales.
“Las causas también están claramente identificadas: disminución en la calidad y cantidad de interacciones intrafamiliares, que son fundamentales para el desarrollo del lenguaje y el desarrollo emocional; disminución del tiempo dedicado a otras actividades más enriquecedoras (tareas, música, arte, lectura, etc.); interrupción del sueño, que se acorta cuantitativamente y se degrada cualitativamente; sobreestimulación de la atención, lo que provoca trastornos de concentración, aprendizaje e impulsividad; subestimulación intelectual, que impide que el cerebro despliegue todo su potencial; y un estilo de vida sedentario excesivo que, además del desarrollo corporal, influye en la maduración cerebral.
Desmurget también resalta que el tiempo que se pasa ante una pantalla por motivos recreativos retrasa la maduración anatómica y funcional del cerebro dentro de diversas redes cognitivas relacionadas con el lenguaje y la atención.
Esto afecta principalmente a los menores debido a que la plasticidad cerebral es extremo durante la infancia y la adolescencia.
“El cerebro se puede comparar con una plastilina. Al principio, es húmedo y fácil de esculpir. Pero con el tiempo se vuelve más seco y mucho más difícil de moldear”, enfatiza al mismo tiempo que subraya que las pantallas recreativas alteran el desarrollo del cerebro de nuestros hijos y lo empobrecen.
Ante ello, el también investigador del Massachusetts Institute of Technology (MIT) apuntó que el uso de este tipo de recursos tecnológicos en un entorno como el que actualmente se vive, donde la pandemia ha obligado a la reclusión y a la conectividad digital de miles de infantes, debe ser regulado.
Lo anterior debido a que el promedio de tiempo que un menor de 2 años pasa frente a pantallas de televisiones, celulares, tabletas y computadoras oscila en tres horas al día, cerca de cinco horas para los de 8 años y más de siete horas para los adolescentes.
“Esto significa que antes de llegar a los 18 años, nuestros hijos habrán pasado el equivalente a 30 años escolares frente a pantallas recreativas o, si lo prefiere ¡16 años de trabajo a tiempo completo!”
Con información de BBC News Mundo
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