Varios países desarrollan protocolos para tratar los cadáveres de los fallecidos por COVID-19 y evitar que el virus siga propagándose postmórtem
Conforme el coronavirus COVID-19 avanza en el mundo, los gobiernos se preparan para todos los escenarios posibles, entre ellos las muertes que puedan ocurrir derivadas de la enfermedad.
Naciones como Ecuador consideran el incinerar todos los cuerpos, España ordenó que deben velarse con el ataúd cerrado, no sin antes haber introducido el cadáver en una bolsa sanitaria.
En El Salvador los protocolos para el manejo de cadáveres con COVID-19 incluyen:
- Mantener el cadáver íntegro y limitar su manipulación,
- Colocar algodón impregnado con hipoclorito de sodio al 0.5% en los orificios de la cara del cadáver.
- Colocar el cadáver en doble covertor, primero una bolsa negra de 150 micras de grosor y luego en una bolsa especial con zíper para cadáveres.
- Limpiar cada bolsa con hipoclorito de sodio al 0.5% y trasladarlo a la morgue.
- Colocar signo de riesgo biológico.
Lo anterior obedece al temor de que los cuerpos continúen propagando el coronavirus y que el personal funerario y los familiares puedan infectarse, pero ¿Es esto necesario?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló que a diferencia del Ébola, los cuerpos de las personas fallecidas por COVID-19 no son contagiosos, por lo que no es necesario incinerarlos.
También España había desarrollado el protocolo diciendo que aunque no hay evidencia del riesgo de infección a partir de cadáveres de personas fallecidas por COVID-19, de acuerdo a lo observado para otros virus respiratorios y por precaución se considera que podrían suponer un riesgo de infección para las personas que entren en contacto directo con ellos.
DMS
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