Los árboles de la región occidental y meridional del Amazonas son los que tienen el mayor riesgo de morir, afirman científicos de Europa y Sudamérica
Algunos estudios previos pueden haber subestimado las consecuencias que tendrán algunas zonas de la selva amazónica ante un clima más cálido y seco debido al calentamiento global
Una colaboración de 80 científicos de Europa y Sudamérica ha identificado las regiones de la selva amazónica con un mayor efecto probable por las sequías derivadas del cambio climático.
Basándose en el análisis, los científicos predicen que los árboles del Amazonas occidental y meridional corren el mayor riesgo de morir, según publican en la revista ‘Nature’, donde advierten de que las investigaciones científicas anteriores pueden haber subestimado el impacto de la sequía en la selva tropical porque esos estudios se centraron en la parte centro-oriental de la selva, que es la menos vulnerable a la sequía.
Este último estudio proporciona la primera evaluación de toda la selva amazónica sobre cómo responderán las distintas zonas a un clima que podría volverse más cálido y seco, y se produce cuando algunos estudios predicen que la selva experimentará mayores periodos de sequía.
El profesor David Galbraith, de la Universidad de Leeds, que supervisó el estudio, recuerda que “la Amazonia está amenazada por múltiples factores de estrés, como la deforestación y el clima. Comprender los límites de estrés que pueden soportar estos bosques es un reto científico de primer orden. Nuestro estudio aporta nuevos conocimientos sobre los límites de la resistencia de los bosques a uno de los principales factores de estrés: la sequía”, destaca en un comunicado.
En algunas zonas de la Amazonia ya se han producido cambios en el régimen de lluvias. En el sur de la Amazonia, hay pruebas de que la estación seca se ha alargado, y las temperaturas en esta región han aumentado más que en otras partes de la Amazonia. Los cambios en el sur de la Amazonia se deben en parte a la deforestación extensiva.
La doctora Julia Tavares, que dirigió el estudio mientras realizaba su doctorado en Leeds y ahora trabaja en la Universidad de Uppsala (Suecia), afirma que “mucha gente piensa que la Amazonia es un gran bosque, pero no es así. Se compone de numerosas regiones forestales que abarcan diferentes zonas climáticas, desde lugares que ya son muy secos hasta los que son extremadamente húmedos, y queríamos ver cómo estos diferentes ecosistemas forestales están haciendo frente para que pudiéramos empezar a identificar las regiones que están en riesgo particular de sequía y condiciones más secas”, explica.
Los investigadores afirman que sus hallazgos eliminan un “importante cuello de botella en el conocimiento de cómo afectará el cambio climático a este ecosistema crítico”.
El equipo de investigación, conocido como los “médicos de los árboles” por las comunidades que viven en la selva, tomó medidas y muestras durante un año en 11 lugares distintos de la Amazonia occidental, centro-oriental y meridional, en Brasil, Perú y Bolivia.
El estudio incluyó datos de 540 árboles individuales de 129 especies. Los investigadores querían determinar la resistencia de las distintas especies de árboles y bosques a la sequía. A continuación, utilizaron los datos para comprobar si la vulnerabilidad de los bosques a la sequía podía predecir su capacidad para acumular y almacenar carbono tomado de la atmósfera.
A partir de los datos, el equipo de investigación pudo cuantificar hasta qué punto los árboles estaban a salvo de la muerte relacionada con la sequía.
En la parte sur de la selva amazónica, donde históricamente han disminuido las precipitaciones, los árboles mostraron el mayor grado de adaptación para hacer frente a la sequía.
A pesar de ello, el estudio reveló que los árboles corrían el mayor riesgo de morir a causa de la sequía. Es probable que esto se deba a que la región ya ha sufrido un rápido cambio climático y una alteración de los regímenes pluviales a causa de la deforestación, lo que ha llevado a los árboles al límite de su capacidad de adaptación.
Por el contrario, las especies arbóreas de las zonas más húmedas de la selva amazónica mostraron el nivel más bajo de adaptación a la sequía, aunque eran las más seguras en cuanto a los riesgos del futuro cambio climático porque, al menos hasta ahora, no habían sufrido el impacto de los cambios en las precipitaciones.
Equipados con esta visión más matizada de cómo las distintas partes de la selva amazónica podrían responder a la sequía, los investigadores advierten de que las investigaciones científicas, que han tendido a concentrarse en la región centro-oriental, donde los árboles han mostrado algunas de las mayores adaptaciones para hacer frente a condiciones más secas, pueden haber subestimado lo vulnerables que son otras regiones forestales al cambio climático.
Los resultados del nuevo estudio deberían servir para actualizar y perfeccionar los modelos existentes sobre el impacto de la sequía en la Amazonia.
Según los investigadores, la selva amazónica alberga entre el 10% y el 15% del carbono almacenado por la vegetación en todo el mundo, y desempeña un papel clave en la absorción de carbono que de otro modo estaría en la atmósfera.
La modelización reveló que, a medida que aumenta el riesgo de mortalidad por sequía de las plantas, la capacidad de los árboles para almacenar carbono se reduciría significativamente. La parte de la Amazonia con mayor estrés hídrico se encuentra en la región sureste. Los análisis revelan que los árboles de este lugar ya no actúan como almacén de carbono a gran escala.
Según el profesor David Galbraith, “este estudio revela cómo varía el riesgo de los bosques a la sequía en toda la cuenca del Amazonas y proporciona un mecanismo para predecir el balance de carbono a nivel de masa forestal. Los bosques que están ‘más a salvo’ de la mortalidad inducida por la sequía acumulan más carbono que los que se enfrentan a un mayor riesgo de mortalidad inducida por la sequía”.
Por su parte, el profesor Emanuel Gloor, también de la Universidad de Leeds, que codirigió el estudio, añade que “el patrón de resistencia y riesgos identificado entre las distintas poblaciones de árboles del estudio se utilizará para construir modelos climáticos más eficaces y precisos de la forma en que la Amazonia puede cambiar a medida que la región responde al cambio climático”.
En el estudio participó un equipo internacional de investigadores de Europa, Brasil, Perú y Bolivia. El trabajo formó parte del proyecto TREMOR, financiado por el Consejo de Investigación del Medio Ambiente Natural del Reino Unido para comprender mejor los mecanismos de mortalidad de los árboles en los bosques amazónicos, y el doctorado de Julia contó con el apoyo de CAPES (Coordinación para la Mejora del Personal de Enseñanza Superior), de Brasil.
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