A la medianoche del 31 de diciembre, los templos budistas hacen sonar las campanas un total de ciento ocho veces
Cada fin de año es común realizar un pequeño ritual para recibir los nuevos 365 días con fortuna. Ya sea portar alguna prenda, prometer propósitos, e incluso cenar una comida especial son parte de ello.
En México, lo más común es usar ropa interior amarilla para que haya dinero o roja si se desea encontrar el amor. También se sale a la calle con maletas con el deseo de viajar mucho; o se comen doce uvas al compás de las últimas doce campanadas del año para que se cumplan los deseos.
Por supuesto, en otras partes del mundo también se llevan a cabo rituales de fin de año; no obstante, en estos no se suele poner anillo en la copa del brindis o se deja la ventana abierta para dejar salir las malas vibras. En otro extremo, hay “ceremonias” en las que se rompen platos, golpean paredes con pan o se lanzan muebles desde las ventanas. Te invitamos a conocer los que son, a nuestra consideración, los más bizarros.
Golpear paredes con pan
Una de las costumbres más curiosas del mundo en esta fecha tiene lugar en Irlanda. Consiste en golpear las paredes de la casa con rebanadas de pan navideño con el fin de ahuyentar a los malos espíritus y garantizar que el año siguiente habrá suficiente pan para la familia.
Desde luego, el golpeteo no debe ser tan fuerte como para que el pan quede inservible. E incomible.
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Arrojar muebles por las ventanas
En el distrito de Hillbrow, en el populoso centro de Johannesburgo, en Sudáfrica, los vecinos solían tirar muebles viejos por las ventanas de los edificios altos en la noche del 31 de diciembre para festejar la llegada del Año Nuevo.
Esta extraña y peligrosa costumbre empezó en los años 90; sin embargo, parece estar destinada a desaparecer luego de que la policía estableciera una estrecha vigilancia para evitar que un refrigerador o un sofá volador cayera sobre un transeúnte en la noche vieja.
Saltar y romper platos
En tierras danesas, la Noche Vieja se acompaña con una costumbre singular: la gente sale y arrojar los platos viejos y usados contra las puertas de las casas de familiares y amigos, con la intención de desearles buena fortuna.
Además, en los últimos momentos del año se acostumbra subirse a una silla y, exactamente a la medianoche, brincar todos al mismo tiempo para ahuyentar los malos espíritus y atraer la buena suerte.
108 campanadas
Los orientales también festejan la llegada del Año Nuevo. Para ello, a la medianoche del 31 de diciembre, los templos budistas hacen sonar las campanas un total de ciento ocho veces.
Ese número representa el número de pecados humanos, según el budismo; de modo que se cree que el tañer de las campanas libra a los japoneses de los ciento ocho veces deseos mundanos.
Tratar de hablar con los animales
Durante el Año Nuevo, los granjeros rumanos se acercan a sus vacas y se dirigen a ellas con la finalidad de tratar de entender lo que dicen.
Lo más curioso de esta costumbre es que se trata de fracasar en el empeño, porque si se consigue entender lo que la vaca o el animal dice, es signo de mala fortuna. Y, seguro, de una incipiente locura.
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CAB