Algunos autores señalan que la razón de esto es evolutiva, para que los padres estén más seguros de que sus descendientes son realmente suyos.
Muchos seguramente han conocido a hijos que parecen ser clones de sus padres, ¿pero han notado que este parecido se encuentra más marcado durante el primera año de vida?
Socialmente se suele creer que los hijos varones son las vivas imágenes de los padres, mientras que las niñas se parecen más a las madres. Sin embargo, el parecido que los hijos tienen al progenitor siempre es mayor durante el primer año de vida independientemente de su género.
Algunos autores señalan que la razón de esto es evolutiva, ya que gracias a este parecido, los padres estarían más seguros de que sus descendientes son realmente suyos.
Un estudio realizado en 1995 demostró a través de la compilación de miles de fotografías, que antes de la edad de un año los pequeños se parecían más a los padres en una proporción de 70/30. Sin embargo, estudios más recientes han concluido que la mayoría de los niños se parecen a ambos progenitores, aunque algunos se parezcan más al padre y otros más a la madre.
Muchos expertos afirman que la tendencia de que las madres y las familias remarquen el parecido de los hijos con los padres no refleja un parecido real en sí, sino una respuesta condicionada destinada a asegurar el cuidado paterno de la descendencia. No obstante, y genéticamente hablando, los hijos sí se parecen más a los padres.
Investigadores de la UNC School of Medicine publicaron en la revista Nature Genetics, que existen miles de genes provenientes de los procreadores varones que tienen un efecto importante en la salud de sus hijos.
“Este hallazgo excepcional abre la puerta a una nueva área de exploración en genética humana”, destacó el doctor Fernando Pardo-Manuel de Villena, responsable del estudio.
“Hemos sabido que hay 95 genes que están ligados a padres y madres. Son conocidos como genes impresos y juegan un papel importante en las enfermedades. Ahora hemos descubierto que, además de éstos, hay miles de otros genes provenientes de los padres que tienen un efecto novedoso”.
Las mutaciones genéticas que transmiten los padres, más frecuentes, aparecen en muchas enfermedades comunes pero complejas, como la diabetes de tipo 2, enfermedades de corazón, esquizofrenia, obesidad o cáncer.
Y aunque los científicos han demostrado con ratones que la mutación genética muestra un desequilibrio en favor de la herencia paterna, en humanos se ha descubierto que la carga genética paternal es muy evidente tanto en los rasgos físicos como en el temperamento.
La teoría evolutiva predice que los padres pasarán más tiempo cuidando a los niños que están genéticamente relacionados con ellos, aumentando así las probabilidades de que esos niños crezcan, tengan sus propios bebés y transmitan sus genes.
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