Esta semana no tenemos nada que celebrar ya que no hemos sido capaces de resolver un misterio que cambió la vida de una nación, perjudicó a un gobierno que no supo defender los lineamientos jurídicos y lo más importante, desapareció de la faz de la tierra a un grupo de jóvenes sin oportunidad alguna de conocer su verdad
Suficiente tinta, muchos minutos al aire en radio, horas de transmisiones especiales, tardes enteras en sobremesas se han aprovechado para hablar de los hechos ocurridos aquella noche en la que estudiantes normalistas de la Normal Rural de Ayotzinapa fueron asesinados.
Durante estos últimos años, como analista me he formulado tres preguntas: ¿Porqué murieron? ¿Qué hay detrás de este arbitrario crimen? ¿Cómo cambió la historia de un país?
Empezaré por la tercera.
Si un gobierno que había iniciado “bien” con cen de reformas estructurales, con un aparato de gobierno basto, ¿porqué no actuó de inmediato? Y aquí habría que puntualizar lo siguiente, se trataba de una responsabilidad de orden estatal por ser un delito del fuero común (homicidio), si el delito fue cometido en un municipio, correspondía a la autoridad municipal por el simple hecho de ser ellos los primeros en conocer del crimen, pero fue la reacción tardía de la atracción del evento, la que desencadenó un tufo a complicidad de la Secretaría de Gobernación restándole responsabilidades al gobernador en turno. Aquí, cambió la historia.
Debió haber sido el gobernador del estado y su procuraduría quienes tomaran conciencia del acto y así poder deslindar las responsabilidades para cada cual. Si esto hubiera sucedido, el Gobierno de la República no habría sido tan severamente cuestionado en su actuar y proceder, pero como el “hubiera” sencillamente no existe, toda la responsabilidad la asumió el Gobierno Federal.
Segundo, te has preguntado amable lector ¿qué hacían autobuses repletos de estudiantes circulando a esas horas de la noche en un ayuntamiento históricamente vinculado con el narcotráfico?, curioso ¿no? Los hechos jurídicos demuestran que los estudiantes se apropiaron de mala fe de los autobuses, obligando a los choferes a llevarlos hasta Ayotzinapa con un histórico desenlace, fueron agredidos y presuntamente sometidos por los propios policías municipales para finalmente desaparecer los cuerpos de la manera más inhóspita posible.
Y quiero terminar con la reflexión a la primera de mis preguntas. Este hecho social provocó una profunda huella en toda una sociedad que se sigue preguntando ¿En dónde quedaron los cuerpos de los estudiantes? Ayotzinapa representa lo peor de un gobierno, la indulgencia de aquellos profesores que no tuvieron tutela sobre los actos de los estudiantes, pero también la absoluta maldad de aquellos que dispusieron de la vida de otros seres humanos para desaparecerlos dejando un vacío en la historia y en la estructura jurídica de las instituciones mexicanas.
Esta semana no tenemos nada que celebrar ya que no hemos sido capaces de resolver un misterio que cambió la vida de una nación, perjudicó a un gobierno que no supo defender los lineamientos jurídicos y lo más importante, desapareció de la faz de la tierra a un grupo de jóvenes sin oportunidad alguna de conocer su verdad.
Claudia Mollinedo
Analista político y conductora de noticias
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