La sociedad mexicana tiene que cambiar la manera de actuar, no esperemos que el presidente electo llegue con una varita mágica y lo arregle todo.
Me pregunto qué esperamos los mexicanos de la elección 2018. En estas líneas he cuestionado y fustigado a los candidatos por su falta de propuesta. Todos esperamos la varita mágica que con solo una buena decisión nos convierta de “afriquita” en Suecia. La mala noticia es que eso no va a pasar. No importa quién gane. Ni Andrés Manuel con su “honestidad”, ni Meade con su “experiencia”, ni Anaya con su “juventud”. Ninguno de ellos tiene la forma, ni los medios de cambiar por arte de magia a los mexicanos.
Creo que en este punto es conveniente hacer un análisis de quienes somos como país y sociedad. Me queda claro que no somos ni rateros, ni asesinos, ni huevones y mucho menos tenemos un ADN corrupto. Pero la mala noticia es que al día de hoy, los mexicanos que tienen estas desviaciones se notan más, que los que nos partimos la madre todos los días desde temprano por tener un mejor país.
Luego entonces, el reto de quién llegue a colocarse la banda presidencial, no es meter a la cárcel a los corruptos, ni siquiera acabar con el crimen organizado. Es cambiar de tajo la forma de pensar y de actuar de millones de mexicanos, que en algún momento se extraviaron y piensan que este México no tiene ley y les permite pasar encima de todo y de todos a su antojo. El gran reto es llegando, demostrarle a esos mexicanos que no creen en la ley, que existe y se debe de respetar, es decir, el reto es abatir la impunidad.
El problema es que el abatimiento de la impunidad no se logra con discursos, ni con propuestas ni con decretos. Es un trabajo intensivo, qué pasa por la modificación de leyes y con la aplicación de las mismas en todos los ámbitos de la vida nacional. Esto tarda años. Es complicadísimo por que pasa por un cambio de mentalidad y de estilo de vida. Por que siendo sinceros nos hemos acostumbrado a que la ley es negociable de todas formas. Desde la mínima infracción de tránsito hasta el delito más gravoso para la sociedad.
Eso no es algo que pueda hacer un candidato, no se logra con propuestas ni criticando al otro. Solo lo puede lograr un verdadero líder y sin duda seis años son insuficientes para esta tarea. Es por eso que creo que quien pretenda seriamente ganar la elección, debe de empezar a hablarnos con la verdad. Por cruda que esta sea. Y dejar de apapacharnos y prometernos idioteces. Debe de empezar por corresponsabilidad a la sociedad del desmadre en que estamos metidos. De lo contrario solo será un político que llegue a la cumbre de su carrera y de nuevo nos dejará con la expectativa de cambio pero con una desilusión profunda.
Al más puro estilo de Churchill, nos tiene que dejar claro que no hay otro camino que trabajo, sudor, sangre y lágrimas. Y que la clase política ha sido omisa, pero nosotros somos unos irresponsables que parece que tenemos que ser gobernados como una partida de discapacitados mentales.
Por otro lado y para terminar, a todos aquellos que piensan que el país se va a cambiar por las redes sociales, les tengo alas noticias. A todos esos activistas de Twitter e Instagram que piensan que con mentar madres en estas redes están logrando un avance, solo les puedo decir que no pueden estar más alejados de la realidad. Para bien o para mal, en la sierra de Guerrero, en la selva chiapaneca, en el ítalo oaxaqueño y en miles de zonas más de México Twitter, Facebook, Instagram y todas sus estrellas fugaces o eternas, les valen tres rebanadas de místico tubérculo poblano. No existe y no son parte de su realidad. Ni con su ácida crítica que irrita a Peña ni con un realidad alterna que piensan erróneamente que controlan. Perdónenme pero todos aquellos que piensan que este país puede ser gobernado, cambiado o influenciado por las redes, no lo conocen un carajo. Salgan de su casa a ver la realidad de la mitad del país sumido en la pobreza y verán que las redes en el mejor de los casos a la mitad de los mexicanos les sirven para pescar y a veces comer.