No hubo sorpresas en la elección. Ganó Andrés Manuel López Obrador y por una diferencia impresionante. Desde la elección de Ernesto Zedillo, no se daba una diferencia tan grande entre el ganador y el segundo lugar. ¿Que significa lo anterior? Creo que esto se puede condensar en una frase: Ganó el enojo sobre el miedo. No obstante las campañas en las que de forma, a veces justificada y otras mezquina, se trataba de infundir miedo a los electores sobre el futuro del país en manos de AMLO.
El tamaño de la diferencia, mide el tamaño del enojo. Espero que esto sea un parteaguas, para que entiendan aquellos que quieren ser políticos, que la peorcracia, el gobierno de los peores por los peores motivos, los rechazamos los mexicanos. Aquellos que quieren entrar a la política para enriquecerse, ante su ausencia de talento para generar dinero, deben de evitar seguir como rémoras de los ciudadanos y del presupuesto. Aquellos que no han sido más que legisladores, secretarios de estado o cualquier otro puesto y viven como Vizcondes, con colecciones de pinturas millonarias, con cortes faraónicas, deben de entender que México los ha mandado al carajo y espero que el nuevo presidente no les de amnistía, sino que los coloque en donde pertenecen, en una coladera. En el caso de Andrés Manuel no está libre de este tipo de ratas en su entorno, desgraciadamente en la intención de cohesionar su proyecto, aceptó mucha basura. Espero que se de cuenta y los margine de puestos en donde puedan robar.
En cuanto a los candidatos perdedores mi reconocimiento a José Antonio Meade, me confirmó lo que siempre dije de él, que es un tipo de primera, decente e inteligente. Su rápido reconocimiento y su agradecimiento a su equipo, al borde de las lágrimas, me confirma su calidad humana y su inteligencia. Ricardo Anaya hizo lo propio, se tardó un poco pero tampoco le regateó nada a López Obrador, ofreció igual que Meade su apoyo y recriminó al gobierno federal su intervención facciosa para dañar su campaña.
En cuanto a los ciudadanos, me siento muy orgulloso. Venciendo todos los miedos, salimos a la calle masivamente, a reservar de confirmar, cerca del 70 por ciento del padrón electoral, integrado por más de 89 millones de personas, salieron a las urnas casi 60 millones de electores. Esto se convirtió en una fiesta democrática. Que inhibió sin duda, los ataques de los violentos.
Con la legitimidad que tiene, con el apoyo apabullante, de la gente, la expectativa que se genera desde ya resulta peligrosa para su gestión de gobierno. El bono democrático, ganado ayer puede ser su carga más severa. En el caso de Fox, la desilusión ante su inacción, ante la falta de una limpia decidida de rateros en el gobierno y fuera de el, consumieron la esperanza de los
ciudadanos. ¿Cuanto le durará el romance con los mexicanos? Me parece que el tiempo en que de resultados. Pero la sociedad debe de entender que este país no se puede resolver de un día al otro. Qué tal es la descomposición, que tardaremos años en volver a poner juntos los pedazos.
El reto es titánico, pero debemos de estar claros, que desde hoy, debemos de cerrar filas. Que hoy tienen que olvidarse las afrentas, las discusiones, las diferencias. El resultado es poco importante, si hubiera ganado Meade o Anaya. Quien ganó será el próximo presidente de México y su suerte es la nuestra. Lejos de si nos cae bien, si lo detestamos, si su tonito nos cansa, será AMLO el próximo presidente de todos los mexicanos y en función de esa investidura, hay que construir y poner de nuestra parte.
Fue una noche en que terminó un régimen, en que cambiara sin duda un sistema político. Ningún cambio, puede operar en un país sin la decidida participación de los ciudadanos. No lo haga por Andrés Manuel, unamos fuerzas por nuestro futuro, nuestro país y nuestros hijos.