Veo con estupor como muchos medios en México, incluido este desde el cual les escribo, repiten sin ningún asomo de duda el titular “Pablo Hasél ingresará en prisión por injurias a la Corona”. Nada más lejos de la verdad como ahora detallaremos.
La frase de Göbbels, “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”, cuyas letras seguro están grabadas a fuego en los movimientos populistas que han asolado el mundo en los últimos 70 años, sigue dirigiendo a muchos políticos y grupos de presión con la complicidad, a veces interesada, de los medios.
Pero veamos el caso de Hasél, al que ahora les detallare el currículum de “el angelito” que hará que en un estado de derecho y donde no hay hueco para la impunidad, termine con sus huesos en la cárcel.
Pablo Hasél, acumula varias condenas entre ellas una de enero de 2020 de seis meses de prisión por un delito de lesiones y coacciones al agredir a un periodista en la Universidad de Lleida, donde además se probó y fue condenado por coaccionar e impedir a los periodistas realizar su trabajo. Sí, hay países donde las agresiones a periodistas no salen gratis.
A esta condena, se sumó otra de 30 meses de cárcel por agredir a un testigo de un juicio en el que un amigo iba a ser condenado por distintas fechorías.
Aparte de estas condenas, ya sumaría 3 años de prisión permanece imputado por distintos delitos relacionados con las protestas frente la Subdelegación del Gobierno de Lleida en 2018, tras la detención en Alemania del expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont.
Si indagamos más en su pasado de repente encontramos algo que es básico para entender su situación procesal. En 2015 fue condenado a dos años de prisión por un delito de enaltecimiento del terrorismo, algo muy grave en España y otros países de Europa. La Audiencia Nacional, uno de los máximos órganos de impartición de justicia en España, accedió a la suspensión de la condena, siguiendo la premisa general de ser el primer delito, con una condena igual o inferior de dos años y con la advertencia de que si cometía otro delito en los próximos tres años, su ingreso en prisión sería automático e inmediato.
El angelito, ahora entra en la cárcel por una segunda condena, inicialmente de 30 meses y reducida a 9, por enaltecimiento del terrorismo de 2018 a lo que se suma injurias a la Corona. Ahora ya entendió, como tiene antecedentes, directo al bote.
En todos sus procesos judiciales y condenas, Hasél se ha negado a pagar las indemnizaciones solicitadas, entorpeciendo y dificultando la acción de la justicia, piedra básica y angular donde se construye el estado de derecho de las naciones desarrollas.
En México, por razones históricas, por muchos conocidas, y por el aun activo “Lobby del exilio” que ha permitido y permite vivir a sus anchas a terroristas de ETA prófugos de la justicia, gusta de reproducir este tipo de mensajes que reafirma sus tesis de que España es un estado opresor como lo fue hace décadas.
Podemos estar a favor o en contra de muchas acciones del Estado, pero la separación de poderes, que algunos sueñan con revertir, hace de la Justicia (y ahora lo pongo a propósito en mayúsculas) uno de los grandes éxitos de la tan mentada transición. En España nadie va la cárcel por cantar rap, ni por injuriar a la Corona, ni siquiera por enaltecer al terrorismo; pero si sumas estas acciones a todo un historial delictivo, típico de un personaje que quiere ser antisocial, pero no es más que un malcriado, maleducado y con una incapacidad manifiesta para plantear sus tesis y sus ideas dentro del marco que la ley permite y sin llamar a la violencia ni a la amenaza, tienes como resultado una o varias condenas que si no queremos debilitar la Justicia, debe cumplir.
Si a esto sumamos, la justificación de algunos políticos en ejercicio del poder, del uso de la violencia en manifestaciones en defensa del “rapero defenestrado”, creamos una oleada de protestas de una población, mayormente joven y manipulable, que pretende tomar atajos que no son propios de un Estado de derecho, con reglas claras y piso parejo independiente de tu apellido o fortuna.
Mirando desde la lejanía, vi un parecido al llamado de Trump a sus seguidores a luchar, incluso con violencia, en pos de lo que creía que debía ocurrir, que me hace no quitar el dedo del renglón. El populismo es un cáncer que amenaza con destruir todo lo avanzado desde los tiempos de Göbbels.
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