Su maestra cuenta que la realidad de la mayoría de sus alumnos es bastante compleja, porque la escuela a la que asisten es muy humilde
La precaria economía de millones de personas alrededor del mundo, es una de las tristes realidades que la pandemia por Covid-19 ha exhibido, especialmente cuando se trata de cuarentena y clases en líneas.
Miles de personas que no pueden quedarse en casa puesto que tienen que salir a conseguir el pan diario, y niños que no pueden acceder a la educación en casa debido a que no existen los recursos tecnológicos para seguir las clases en líneas.
Estas enormes diferencias económicas son aspectos que maestros de todo el mundo tratan de exhibir con fuerza para que los gobiernos generen nuevas condiciones igualitarias para los menores, los cuales trabajan con lo mínimo y hacen lo posible para cumplir con las tareas escolares.
Así lo hizo Luciano, un niño de 11 años que con su gran talento sorprendió a su maestra Claudia Arabena, quien les pidió “Hacer una obra con lo que tengas en tu casa, utilizando elementos de la naturaleza”.
La profesora de artes plásticas en la Escuela General Espejo, en Luján de Cuyo en Argentina, nunca esperó encontrar las dispares realidades en las que viven sus alumnos, ya que mientras algunos plasmaron sobre cartulinas jardines con flores, Luciano creo un dinosaurio con tierra, ramas y ladrillos, puesto que no había nada más con qué trabajar.
El pequeño desde siempre ha amado dibujar, y en esta larga cuarentena, lo que más extraña es su escuela.
Para los días de aislamiento él, sus cinco hermanos y su mamá, se instalaron en la casa de su abuela, en Villa Nueva (Guaymallén), y fue en el humilde patio de esa casa donde el niño hizo la tarea plástica.
Con la ayuda de su tía, su mamá y, sobre todo, su propio ingenio, Luciano dibujó el dinosaurio en la tierra del fondo de la casa.
La docente, orgullosa por la tarea de su alumno, compartió la foto que le había enviado Ivana, la madre, y la imagen comenzó a circular.
“Iba a hacer un dragón pero era muy largo el que tenía en mente, así que elegí un dinosaurio. Saqué tierra de allá (nos señala) con un tacho y le puse agua. Hice primero la cabeza, luego el cuerpo y las manos, los pies y la cola a lo último”, describió Luciano Valdéz al medio local Los Andes.
Luciano cuenta aunque le gusta mucho dibujar, extraña la escuela y tiene ganas de volver. Pero mientras tanto hace las tareas en casa. “Extraño el recreo, las tareas, la clase de Plástica y Educación Física”, enumera.
“Es muy buen alumno. Es tímido, no es de largarse a hablar ahí nomás, pero con el dibujo él canaliza lo que siente”, dice su mamá visiblemente emocionada, recuerda también que su hijo dibuja desde chiquito.
Su maestra Claudia cuenta que la realidad de la mayoría de sus alumnos es bastante compleja, porque la zona en donde está la escuela a la que asisten es muy humilde, y al igual que la mamá, ella también se emociona al hablar de su alumno, cuya modesta pero impactante obra ha cobrado fama nacional.
“La consigna era realizar una actividad de ‘arte efímero’. Es decir, la podían realizar con materiales de la naturaleza. Cuando empiezo a ver los correos electrónicos de los chicos, para corregir la tarea, me encontré con ese trabajo de Luciano y me quedé sorprendida. Como se puede ver, hay muchos niños que hacen maravillas con lo poco que tienen y a él le encanta dibujar”, destaca la maestra.
Además, con muchísima emoción, Arabena asegura que en Luciano ve un gran potencial para que el día de mañana estudie algo vinculado con las artes.
“También con esto está bueno darle valor a nuestra materia. Al niño le sirve y le gusta, le ponen muchas ganas todos. Vale la pena, es muy satisfactoria mi profesión. Es una recompensa”, cierra la docente.
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