
El papa Francisco, fallecido a los 88 años, recibió un funeral austero conforme a sus deseos, mientras el Colegio Cardenalicio se prepara para elegir a su sucesor.
Bajo un cielo despejado y una Plaza de San Pedro abarrotada de fieles, el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, encabezó este sábado la misa exequial del papa Francisco, fallecido el pasado 21 de abril a los 88 años.
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Durante la ceremonia, marcada por la sencillez que el propio pontífice pidió para su funeral, Re dirigió un emotivo mensaje final: “Te suplicamos que intercedas por nosotros, que bendigas a Roma y al mundo entero, como lo hiciste el pasado domingo desde el balcón de esta basílica, en un último abrazo de esperanza para toda la humanidad”.
Este acto dio inicio a los Novendiales, los nueve días de luto que tradicionalmente sigue la Iglesia tras el fallecimiento de un papa. Fiel al deseo de Francisco, no hubo grandes honores de Estado: el cuerpo fue depositado en un sencillo ataúd de madera clara frente al altar, sin catafalco ni exhibiciones solemnes.
En su homilía, el cardenal Re describió al pontífice como “un peregrino de la esperanza que nunca defraudó” y agradeció a Dios por haber regalado a la Iglesia un pastor “entregado, humilde y profundamente humano”. Invitó a los presentes a continuar su legado a través de la misericordia, la sencillez y la búsqueda de la verdad.
Tras la misa, el féretro fue trasladado a la Basílica de Santa María la Mayor, lugar especial para Francisco, quien en múltiples ocasiones confió sus plegarias a la Virgen Salus Populi Romani. Allí descansará, según su voluntad, en una tumba de mármol sobria que llevará grabado simplemente: Franciscus.
En los próximos días, el cardenal Re, de 91 años, liderará las congregaciones generales que precederán al cónclave, previsto entre el 5 y el 10 de mayo, en el que los cardenales elegirán al nuevo líder de la Iglesia Católica, dando continuidad a un pontificado que transformó profundamente la imagen del papado en el mundo contemporáneo.