Lo único que exhiben y exhibieron ambos bandos es su mezquindad y su desconocimiento sobre el término “militarización”, y por ende, de la operación de la Guardia Nacional
Lo he escrito siempre en este mismo espacio, politizar la seguridad pública es, en sí mismo, un delito, es un acto deleznable de políticos y gobiernos. En la medida de que grupos que eran oposición en el sexenio anterior enérgicamente rechazaban la Ley de Seguridad Interior, que otorgaba un marco legal a la actuación de las Fuerzas Armadas en las calles, hoy esos grupos impulsan la creación de la Guardia Nacional con la oposición de los que antes apoyaban la citada ley. Ambos bandos enarbolaron en su momento la misma bandera: la militarización del país.
Lo único que exhiben y exhibieron ambos bandos es su mezquindad y su desconocimiento sobre el término “militarización”, y por ende, de la operación de la Guardia Nacional. De la misma forma, sin dejar de reconocer que se han presentado la comisión de ilícitos y violación a los derechos humanos por parte de elementos castrenses, no conocen o no quieren entender la lealtad y responsabilidad con México con la que actúan el Ejército mexicano y la Marina Armada de México.
Cuando se habla de “militarización” se hace alusión a un estado de “excepción” que establece la propia Constitución, que tiene que llevar un proceso legislativo específico y que regularmente atiende a un estado de guerra. Se establece en un territorio determinado, donde todos los factores son controlados por el Ejército, a fin de atender el estado de emergencia generado por un conflicto armado. Es decir, el Ejército controla todos los recursos estratégicos que en el territorio determinado se ubiquen, desde los recursos naturales, carreteras, vialidades, energía, comunicaciones, etcétera, con el fin de salvar la integridad, independencia y soberanía del país, evidentemente, y reitero, en caso de guerra o invasión extranjera.
Por lo dicho anteriormente, se equivocan los que equiparan la creación de la Guardia Nacional a una “militarización” del país, pues se trata de la creación de un cuerpo con disciplina militar, pero próximo a los ciudadanos, con una mayor cultura de respeto a los derechos humanos y que, aprovechando el prestigio de las Fuerzas Armadas con los ciudadanos, se ganen su confianza, generando una interacción que derive en una cultura de denuncia y una disuasión y persuasión a los delincuentes, que encuentren un bloque robusto entre los ciudadanos y los integrantes de la Guardia Nacional.
No es ajeno a muchos países del mundo la figura de la Guardia Nacional, los ejemplos más cercanos son Estados Unidos, donde opera en 50 estados, y en España, donde la Guardia Civil es una fuerza militarizada, especialmente efectiva en el combate al crimen organizado.
Finalmente, quiero dejar muy en claro que, por la propuesta de modificación al artículo 21 Constitucional, la Guardia Nacional será un órgano supeditado a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, de naturaleza totalmente “civil”. Por esto pido a los políticos que dejen de medrar con este asunto, que su inconclusión sólo se traduce en muerte y sangre.
En el mismo sentido de politizar la seguridad pública, de estar comerciando políticamente con sus odios y frustraciones, está el impresentable gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco. Quiero antes que nada recordarle de nuevo, a él y a todos los morenistas envalentonados como borrachos de cantina, que ustedes no ganaron un “carajo”, que quien ganó todo fue Andrés Manuel López Obrador, así que si tienen afrentas pendientes, traumas derivados de su infancia o remembranzas de su barrio, le bajen y se serenen.
Estar en venganzas personales le causa un grave daño al partido, en este caso, por supuesto, me refiero a Morena, con el cual, por cierto, el “gran jugador”, pero deleznable político, ya tuvo diferencias. El impertinente, inexperto y falto de cuello “gobernador” tiene un pleito casado con el actual secretario de Seguridad Pública de Quintana Roo, obviamente porque todos recordamos que no le parecía, como a muchos munícipes, el Mando Único Policial, porque es quitarles la “caja chica”, que implica extorsionar a los ciudadanos, pero el “enanete” mental y político se la tiene jurada a Alberto Capella.
Ha sido ventilado en muchos lugares que, en una reunión con gobernadores y Alfonso Durazo, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, este payaso sin cuello sólo llegó a vociferar que iba a encarcelar a Capella y que se lo llevaría esposado, ante el propio Carlos Joaquín González, gobernador de Quintana Roo y jefe de Capella. Este exabrupto por demás insostenible de Blanco no sólo le causa un grave daño a Capella, sino también a toda la entidad, porque daña a quien está hasta este momento logrando una disminución en los índices delictivos correspondientes al alto impacto de un 30%, y no lo digo yo, sino una de las instituciones más respetadas en la elaboración de índices delictivos del país: Semáforo Delictivo.
Que dicho sea de paso, sólo hace una información estadística basada en lo que proporcionan los propios gobiernos. Blanco no toma en cuenta, por ejemplo, que bajo la gestión de Capella se abatieron en 80% los secuestros, un delito que era un flagelo auténtico para el estado, además de que en 2013, cuando entró el enemigo del pambolero, Morelos era la cuarta entidad con más homicidios, pasando a ser la decimoprimera en 2017, cuando terminó la administración de quien acusa de ladrón.
Hay que tomar en cuenta que este payaso acusa de malversación a una gestión que ha sido ya avalada y revisada por la ASF, y creo que, en nombre de los ciudadanos de su estado y de los de Quintana Roo, o presenta pruebas de sus dichos o que se agarre a catorrazos con alguno de su nivel, no con quien, a costa de su vida, de su familia y de su prestigio, está dándole con todo al crimen organizado.
Por cierto, no como Blanco, que desde que llegó logró revertir lo hecho por Capella, hoy la tasa de homicidio repuntó y aquí lo reto a compararla. Ya basta de payasadas y que quien cargue con el costo de las ocurrencias de estos párvulos sea el presidente López Obrador. Estos arribistas que se agarraron del triunfo de AMLO para llegar al poder son: “El verdadero peligro para México”.
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